¿Qué pensaba “la calle” judía sobre el derecho a voto de las mujeres hace 110 años?
¡Aclaración importante! Sabemos que la mayoría de quienes nos leen son personas racionales, que: – Leen los artículos en su totalidad
– Saben que si algo está escrito así se trata de una cita textual
– Están al tanto de que reproducir un texto (una cita textual) no significa estar de acuerdo con lo que dice ese texto
– Prestan atención a las diferencias de época y cultura
– Reflexionan sobre lo que acaban de leer
– Y solo después opinan o comentan Pero, como estamos en épocas de trolls de todo tipo, no está de más pedir que, antes de dejar comentarios indignados, lean lo anterior. Antecedentes y contexto El diario en idish más leido por los inmigrantes judíos en los Estados Unidos de principios del siglo XX era el ”Forverts” (que aún existe, con el nombre de The Forward).
En 1903, el diario empezó a publicar la columna A Bintel Brief (“Un puñado de cartas”), cartas al editor, en la que los inmigrantes planteaban al diario los problemas de su vida y pedían consejos.
El Forverts se transformó en la práctica para millones de inmigrantes judíos en un “Rebe” (el clásico rabino de Europa Oriental) laico, que contestaba las preguntas de sus fieles con comprensión y autoridad .
Las cartas y sus respuestas revelan también el particular enfoque del socialismo humanista judío de principios del siglo XX al que adscribía el periódico (y a la que aún adscribe, en su versión siglo XXI)
A menudo la contestación del diario era tan ortodoxa como la de un verdadero “Rebe”, y otras veces sorprendentemente actual (aunque con el lenguaje y la manera de expresarse de la época).
Socialismo judío e igualdad de género, más de un siglo atrás
Esta carta puede resultar shockeante hoy en día, pero es un excelente ejemplo del largo e inconcluso camino hacia la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Y un recordatorio de que aún hay much@s que piensan igual que hace 110 años. Así dice la carta (de 1909):
“A menudo paso mi tiempo libre con un grupo de cuarenta personas: treinta hombres y diez mujeres. Hay gente reIigiosa y no religiosa entre ellos, y no perdemos el tiempo con discusiones inútiles.
Hace poco leímos en un diario un informe sobre el movimiento que pretende dar a las mujeres el derecho de votar y durante las últimas semanas hemos debatido el tema.
Yo soy de los que favorecen dar a las mujeres plenos derechos, pero la mayoría está en contra de esto.
Los opositores dicen que no convendría dar a las mujeres acceso a las urnas, porque ello acabaría la vida familiar. La mujer no seria ya ama de casa, madre de sus hijos, buena esposa. En una palabra, todo iría hacia la destrucción.
Dicen que una mujer no debe meterse en política. Fue creada para depender de un hombre, obedecerle, amarlo, darle todo lo que necesita y ser la madre de sus hijos.
[Se pregunta entonces]
¿La mujer debe ser considerada esclava y el hombre su amo? ¿Acaso no es obvio, que en muchos casos las mujeres demuestran ser más inteligentes que los hombres?
La misma gente que hace poco celebró el centenario del nacimiento de Abraham Lincoln, por haber liberado a los esclavos negros, muestra una sonrisa satírica cuando se habla de la libertad de las mujeres.
Tal como los enemigos del movimiento socialista destacan que el socialismo va a ser dañino, dicen los que están en contra del derecho de votar de las mujeres, que ello destruirá la vida familiar.
Eso no es así, porque la mujer es tan ser humano como el hombre. Las capacidades que las mujeres han demostrado poseer, lo confirman. Y si se reconoce la mujer como ser humano, debe obtener también todos los derechos de
un ser humano.
Yo considero que cuando las mujeres sean consideradas seres humanos con todos sus derechos, la vida familiar será mejor y más rica.
Con saludos socialistas“,
L. V.
El diario contesta:
“Los argumentos en contra de los que se oponen a los derechos de las mujeres son muy buenos. Es un hecho, que muchas mujeres inteligentes ya participan en diversas actividades y siguen siendo muy buenas
amas de casa.
La justicia puede reinar entre los hombres solo si todos gozan e iguales derechos. Si unos tienen más poder que otros, la situación es injusta. Aquellos hombres que se oponen a dar a las mujeres iguales derechos actúan con instintos tiránicos: en realidad quieren dominar a las mujeres“.