El 17 de junio de 1242, por orden del Papa Gregorio IX y del rey Luis de Francia, se confiscan y queman en París todas las copias del Talmud
Por decreto del papa Gregorio IX y del rey Luis IX de Francia, todas las copias del Talmud son quemadas en París.
Afirmando que la razón de la “terquedad” de los judíos era su estudio del Talmud, el Papa pidió una “investigación” que resultó en su condena y quema.
Veinticuatro carros cargados de manuscritos hebreos fueron quemados públicamente.
El rabino Meir de Rothenburg (Maharam) fue testigo presencial, y lloró esa tragedia en su célebre “Kiná”(lamentación) Shaali serufah baesh (“Inquiere, tú que eres quemada por el fuego”), que todavía se recita en Tisha B’ Av.