A 100 años de la edición de su primer libro, analizamos cómo retrató a los judíos en su obra sin los simplismos de la actual “cultura de la cancelación”
Hace exactamente cien años, Agatha Christie lograba al fin que le publicaran un libro, una novela de detectives llamadaThe Mysterious Affair at Styles (El misterioso caso de Styles, hay varias ediciones en español y acaba de ser reeditada por Booklet, del Grupo Planeta) que había escrito casi por casualidad, para ganarle una apuesta a su hermana.
No puede decirse que a Agatha Christie le faltara suerte, porque esa apuesta convirtió a sus libros en los terceros más vendidos de la historia en el mundo angloparlante.
Y esa suerte parece que la sigue acompañando hasta hoy en día: en pleno auge de lo políticamente correcto y de la cultura de la cancelación, no se han escuchado hasta ahora ninguna de las voces que habitualmente exigen censura por mucho menos de lo que escribió Agatha Christie.
Nacida y criada en lo más arquetípico de la clase media alta inglesa, sus primeras obras son un espejo exacto de su medio social, y abundan en textos antisemitas, racistas, coloniales, patriarcales, puritanos, xenófobos, etc.
Muchas de sus obras están llenas de referencias despectivas hacia los judíos, negros, asiáticos, italianos, nativos americanos, árabes, y ¡hasta los argentinos!
En cuanto a los judíos, Agatha Chrstie los incluye en 23 de sus novelas y cuentos. En sus libros tempranos repetía cualquier mito antisemitia o estereotipo en boga en su tiempo: el espía extranjero, el bolchevique, el complotista que quiere dominar el mundo, los prejuicios y estereotipos sobre el “cuerpo judío”, la hipersexualidad, el dinero, los “diferentes”, extranjeros, etc.
Las cosas, sin embargo, son un poco más complicadas, como bien cuadra a una escritora de novelas de crimen y misterio.
¿Hay que “cancelar” a Agatha Christie?
Por eso, te invitamos a dejar de lado los análisis superficiales, las opiniones apuradas y las urgencias censoras, y te invitamos a transformarte en Hercule Poirot o en Miss Marple para descubrir cuán antisemita era Agatha Christie leyendo estas obras y enfocando en los siguientes personajes (si las lees en inglés, presta atención a expresiones como Shylock, Ikey y Nosystein):
– El Dr. Bauerstein, en The Mysterious Affair at Styles (1920), “El misterioso caso de Styles”
– Boris Ivanovitch, en The Secret Adversary (1922), en español “El adversario secreto” o “El misterioso señor Brown”
– Sir Herman Isaacstein, en The Secret of Chimneys (1925), en español “El secreto de Chimneys”. Advertencia: este es uno de los peores ejemplos de antisemitismo en la obra de Agatha Christie.
– Las “sospechas” del Dr. Sheppard en The Murder of Roger Ackroyd (1926), en español “El asesinato de Roger Ackroyd”. Muchos la consideran la mejor novela de detectives de la historia.
– M. Papopolous, y nuevamente Boris Ivanovitch, en The Mystery of the Blue Train (1928), en español “El misterio del tren azul”.
– Las alusiones en la colección de cuentos cortos Partners in Crime (1929), en español “Matrimonio de sabuesos”
– Mr. Mosgorovsky y Babe St. Maur en The Seven Dials Mystery (1929), en español “El misterio de las siete esferas”
– Lady Roscheimer, en el cuento Harlequin’s Lane, y los “hombres de extracción hebraica” en The Soul of the Croupier. Ambos publicados en The Mysterious Mr. Quin (1930), en español “El enigmático Mr. Quin”.
– Sebastian Levine en Giant’s Bread (1930), de Mary Westmacott (el seudónimo que usaba Agatha Christie para escribir novelas románticas). En español se publicó como “Un amor sin nombre”, y el de Levine es uno de los personajes judíos más extensamente desarrollados por la autora.
– Jim Lazarus en Peril at End House (1932), en español “Peligro inminente”.
– Esther Lawes, en The Gypsy (1933). “La gitana” es un relato corto publicado originalmente en The Hound of Death and Other Stories. Está inédito en español, pero los cuentos fueron publicados en “Testigo de cargo” y “Poirot infringe la ley”
– Los Dortheimers en Lord Edgware Dies (1933). En Estados Unidos se publicó como Thirteen at Dinner o 13 For Dinner, y en español como “La muerte de Lord Edgware” o “Trece a la mesa”.
Aquí se termina lo que podríamos llamar “la primera época” de la relación literaria entre Agatha Christie y sus personajes judíos.
Agatha Christie y sus personajes judíos
Relación que Gillian Gill, en su biografía de Agatha Christie de 1990 describe así:
Una especie de antisemitismo chauvinista, instintivo, colorea la presentación de personajes judíos en muchas de sus primeras novelas, y Christie se revela tan irreflexiva y convencional como la mayoría de sus compatriotas.
El antisemitismo de Christie siempre había sido más del tipo estúpidamente irreflexivo que del deliberadamente vicioso… lo que es más, incluso en su momento más irreflexivo y prejuicioso, Christie veía a los judíos como diferentes, extraños y poco ingleses, en lugar de como depravados o peligrosos, personas a las que no se conoce más como personas a las que se teme.
¿Tendrá razón Gill? La única manera de saberlo es leyendo a Agatha Christie, pero lo que es seguro es que las cosas comenzaron a cambiar a partir de un conmocionante encuentro con una pareja de extranjeros que tuvo Agatha Christie durante un viaje.
Pero eso lo veremos en el próximo capítulo… perdón, nota: El encuentro que cambió (o no) a Agatha Christie