La misteriosa historia del rabino Yehoshua Ben Levi, su tumba vacía y su encuentro con el Angel de la Muerte
El rabino Yehoshua Ben Levi, también conocido como Ribal, fue un venerado rabino galileo del siglo III que desapareció misteriosamente de su hogar en Zippori, la antigua capital judía de Galilea. Era conocido por su modestia, su piedad y su buen carácter. Su amor por la paz y la justicia, y su temor de que los inocentes pudieran ser perjudicados, hicieron que se mantuviera al margen de las discusiones teológicas y se opusiera a las sanciones contra quienes eran acusados de “minim” (heréticos). Su lema preferido era un pasaje de los Salmos (145:9): “Su misericordia se extiende sobre todas Sus criaturas”. El Ribal es el protagonista de numerosas leyendas, por lo general como compañero del profeta Elías en sus andanzas por la tierra, o en relación con el más allá. Las más conocidas de esas leyendas, recopiladas en las obras “Ma’aseh deRabbi Yehoshua ben Levi” y “Massejet Gan Eden veGehinnom“, tienen que ver con su mítica relación con el Ángel de la Muerte.
Se cuenta, por ejemplo, que mientras aún estaba vivo se le permitió visitar el paraíso y el mundo inferior, y envió una descripción de lo que vio allí a Rabban Gamaliel a través del mismísimo Ángel de la Muerte.
Una de las mayores figuras de la literatura de los Estados Unidos: el poeta Henry Wadsworth Longfellow, “reversionó” estas leyendas en un poema de 1863. Un intrigante hallazgo reciente tiene como protagonista a Rabi Yehoshua: una persona llamada Mitch Pilcer, que tiene un B&B en Tzipori, estaba construyendo una piscina cuando inesperadamente se encontró con un conjunto de tumbas del siglo III, algunas con esqueletos intactos.
Una de ellas, misteriosamente vacía, con un epitafio grabado en su puerta que decía: “Aquí está la tumba del rabino Yehoshua Ben Levi“.
Mientras esperamos que se resuelva el misterio de la tumba vacía del rabino amigo del Angel de la Muerte, esta su historia según Longfellow:
Rab Ben Levi, en shabat, leyóUn volumen de la Ley, en el que decía:
“Nadie me verá a la cara y vivirá”.
Y mientras leía, oró para que Dios le diera
la gracia a Su fiel servidor con ojos de mortal
de ver Su rostro y no morir.
Cayó entonces una repentina sombra sobre la página,Y alzando sus ojos, empañados por la edad,
Vio al ángel de la muerte de pie frente a él,
Sosteniendo una espada desenvainada en su mano derecha.
El rabino Ben Levi era un hombre justo,
Sin embargo, por sus venas corrió un escalofrío de terror,
Con voz temblorosa dijo: “¿Qué quieres tú aquí?”El ángel respondió: “¡Mira! el tiempo se acerca
en el que debes morir; sin embargo, primero, por decreto de Dios,
Todo lo que pidas te será concedido”.
Respondió el rabino: “Permite que estos ojos vivientes
vean primero mi lugar en el paraíso”.
Luego dijo el ángel: “Ven conmigo y mira”.
El rabino Ben Levi cerró el libro sagrado,
Y, parándose, alzó su cabeza gris,
“Dame tu espada”, le dijo al ángel,
“No sea que caigas sobre mí por el camino”.
El ángel sonrió y se apresuró a obedecer,
Luego lo condujo a la Ciudad Celestial,
Y lo llevó a la muralla, desde donde miró hacia abajo,
para que Rabi Levi, con sus vivientes ojos,
pudiera ver su lugar en el Paraíso.
Luego, directamente hacia la ciudad del Señor
Saltó el rabino, con la espada del Ángel de la Muerte,
Y las calles atravesó el repentino aliento
De algo allí desconocido, que los hombres llaman muerte.
Mientras tanto, el ángel afuera se quedó, y gritó:”¡Vuelve!” A lo que respondió la voz del rabino:
“¡No! en el nombre de Dios, a quien adoro,
¡Te juro que de aquí no partiré más! “