Un equipo de la Universidad Hebrea de Jerusalén encontró que el estreñimiento es un factor clave de esta enfermedad neurodegenerativa …
Si bien el estreñimiento crónico es un problema común a medida que se envejece y, por lo general, no es una señal de que algo en particular esté mal, también se ha relacionado directamente con el Parkinson, apareciendo a veces en los pacientes hasta 20 años antes de que se les diagnostique la enfermedad.
Actualmente, los médicos carecen de una metodología de laboratorio validada para diagnosticar en forma definitiva la enfermedad de Parkinson, que ser reconoce principalmente en base a síntomas motores que indican que el paciente padece la enfermedad, entre ellos temblores, rigidez y dificultad para caminar, y en el equilibrio y la coordinación.
Para cuando estos síntomas son claramente visibles, el cerebro ha perdido demasiadas células dopaminérgicas como para poder recuperarse. Los tratamientos actualmente disponibles sirven para tratar los síntomas de la enfermedad, pero no para revertir su progresión.
Por ello, el diagnóstico temprano podría ser crítico. Muchos tratamientos prometedores han fracasado en la etapa de prueba, pero esto puede no deberse a que algo estaba intrínsecamente mal con el tratamiento, sino simplemente a que el diagnóstico se hizo demasiado tarde como para que fuera útil.
Partiendo de esa base, la investigación de la Universidad Hebrea de Jerusalem -publicada en la revista Science Advances- se centró en el estreñimiento como un posible marcador temprano de enfermedad de Parkinson.
El Parkinson se ha relacionado durante mucho tiempo con la formación de pequeños depósitos de desechos proteicos dentro de las células cerebrales llamados “cuerpos de Lewy”, por el Dr. Friedrich Lewy, que los descubrió en 1912.
No está claro si esos depósitos de proteínas son una causa de enfermedad degenerativa o si son consecuencia de ella. De hecho, podría ser un poco de ambos.
La presencia de cuerpos de Lewy no se puede detectar fácilmente en pacientes vivos, y su prevalencia en el cerebro solo se ha observado póstumamente en aquellos que han padecido la enfermedad. Entonces, por sí solos, no son de mucha utilidad como herramienta de diagnóstico.
Pero uno de los primeros lugares en donde se encuentran cuerpos de Lewy en el cerebro es un área que afecta la actividad gastrointestinal, específicamente el tracto gastrointestinal superior.
El equipo de la Universidad Hebrea buscó identificar el mecanismo subyacente específico que conecta la presencia de cuerpos de Lewy en el cerebro con el estreñimiento.
El estreñimiento no relacionado con el Parkinson -el tipo que no depende de problemas cerebrales- generalmente se centra en el intestino grueso en lugar de en el tracto gastrointestinal superior.
Por lo tanto, los científicos pensaron que la identificación del mecanismo responsable del estreñimiento en el tracto gastrointestinal superior permitiría señalar los casos que son motivo de preocupación.
En el estudio, los investigadores hallaron una manera de detectar la forma en que los cuerpos de Lewy impactan en el sistema gastrointestinal superior, utilizando una proteína específica, alfa-sinucleína, que se sabe que es el componente principal de los cuerpos de Lewy.
El equipo sobreexpresó la alfa-sinucleína en las células cerebrales que modulan la actividad en el tracto gastrointestinal superior en los ratones.
La sobreexpresión de la proteína hizo que esas células cerebrales se encogieran y su actividad eléctrica disminuyera. Luego, los ratones desarrollaron un estreñimiento del tipo que se asocia con el Parkinson.
Por lo tanto, es probable que ese sea el proceso que también ocurre en humanos en las primeras etapas de la enfermedad de Parkinson, según el estudio.
Los investigadores dicen que es posible que algún día se pueda contar con una prueba basada en los cambios neuronales que descubrieron para detectar la presencia de un factor neuronal que hiciera sospechar el Parkinson, aunque el diagnóstico temprano probablemente no se basaría simplemente en el estreñimiento sino que se usaría una batería de pruebas que, en conjunto, apuntarían en forma temprana a la presencia temprana de la enfermedad.
Y eso podría permitir la administración de futuros tratamientos curativos antes de que se desarrolle una muerte celular masiva en el cerebro, evitando que deje al paciente cada vez más discapacitado en forma permanente.