El 25 de abril de 1920, comienza la Conferencia de San Remo. Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón deciden el futuro del Medio Oriente
En esta fecha de 1920, los líderes de las principales potencias vencedoras de la Primera Guerra Mundial (Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón) emiten la “Resolución de San Remo”, en la que deciden el destino de los territorios de Medio Oriente que habían estado bajo dominio del ex imperio otomano: “Palestina”, “Siria” y “Mesopotamia”.
En cada caso, se asignó a una de las potencias aliadas la tarea de “hacerse cargo” (bajo la figura del “Mandato”) hasta que los territorios en cuestión pudieran “arreglárselas solos”.
Gran Bretaña recibió el mandato para Palestina (actual Jordania incluida) e Irak; y Francia obtuvo el control de Siria, incluido el actual Líbano.
Gran Bretaña y Francia acordaron reconocer la independencia provisional de “Siria” y “Mesopotamia” , al tiempo que reclamaron mandatos para su administración
“Palestina”, en cambio, sería administrada por Gran Bretaña bajo la obligación de implementar la Declaración Balfour y el Artículo 22 del Pacto de la Sociedad de Naciones.
La Declaración de San Remo introdujo el concepto de los derechos del pueblo judío a la Tierra de Israel en el derecho internacional de acuerdo con los términos y la declaración de principios de la Declaración Balfour, a saber, que “el Gobierno de Su Majestad ve con agrado el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”, y que Gran Bretaña” hará todo lo posible para facilitar la consecución de ese objetivo”.
Este acontecimiento se celebró en las comunidades judías de todo el mundo como si fuera una fiesta nacional judía.
Los árabes se opusieron. Los reyes hachemitas Faisal y Abdula se veían a sí mismos como los soberanos naturales de Medio Oriente, con la oposición de la Casa de Saud.
Pese a la feroz conflicto entre ellos, coincidían en una cosa: se oponían a que los judíos tuvieran cualquier ascendencia política en el Medio Oriente.
Poco después de la Conferencia de San Remo, Gran Bretaña comenzó a ver sus intereses geopolíticos en el Medio Oriente de manera diferente.
Los británicos se dieron cuenta, impulsados por los estadounidenses, de que los árabes tenían algo muy valioso bajo sus pies: petróleo.
El Canal de Suez, construido por los franceses en 1800, también era crucial para Gran Bretaña. porque era una arteria comercial vital para la India (bajo dominio británico).
Después de San Remo, los británicos se dieron cuenta de que no podían permitirse el lujo de molestar a los árabes. Si lo hicieran, sus intereses coloniales y comerciales se verían gravemente afectados.
Los británicos dieron la espalda a los compromisos asumidos con los judíos y con la Liga de las Naciones, que le había adjudicado el rol de potencia mandataria con la obligación de hacerlos cumplir.
Esa colusión entre los intereses imperiales británicos y los nacionalismos árabes de la época fue tan lejos como para cerrar el Mandato en Palestina a la inmigración judía durante el crítico y trágico período de la Segunda Guerra Mundial, impidiendo que miles de judíos pudieran escapar del exterminio nazi.