Los cítricos tienen una larga asociación con el pueblo judío… y un interesante efecto sobre la vida amorosa de las personas
Las naranjas en la historia judía
Los seres humanos han cultivado frutas cítricas, que originalmente provenían del sur y este de Asia, durante miles de años.
Esa antigua conexión entre los seres humanos y los cítricos está ejemplificada en la fiesta de Sucot: el etrog, es una antigua variedad de cítricos llamada cidra en español, es una parte esencial de la festividad.
Si bien la Biblia no menciona al etrog por su nombre, el cidro fue identificado como el “fruto del árbol bueno” requerido ya en el siglo II aec..
A medida que comenzó a extenderse la diáspora judía durante el Imperio Romano tardío, los judíos tuvieron que asegurarse de que pudieran encontrar, llegado el otoño, un etrog perfecto pasra Sucot.
Por lo tanto, una de las muchas actividades agrícolas a las que comenzaron a dedicarse fue el cultivo de cidras. De hecho, esos primeros centros de población judía en la diáspora coinciden con áreas las áreas de producción de cítricos en el Mediterráneo actual: sur de España, Sicilia y Calabria en Italia, el delta del Nilo, el Levante y Argelia-
Muchos estudiosos atribuyen la continuación del cultivo de cítricos -tras el colapso del imperio romano y el caos resultante- a los horticultores judíos, cuya necesidad de la fruta seguía constante, y el cultivo de otras especies de cítricos fue un subproducto de esas necesidades.
Casi todas las variedades de cítricos son reproductivamente compatibles entre sí y son muy propensas a la mutación.
Dichas características permitieron que sus genes se mezclaran naturalmente durante miles de años e hicieron posible que los humanos cruzaran las diferentes variedades. De hecho, casi todos los cítricos actuales provienen de solo tres antepasados: la cidra, el pomelo y la mandarina.
A partir del siglo X, los árboles de cidra sirvieron como material de injerto para otros tipos de cítricos. A fines del siglo XIII, las frutas que actualmente reconoceríamos como naranjas y limones se cultivaban en la tierra de Israel y, en el siglo siguiente, los comerciantes judíos, a través de sus contactos en el Levante, comenzaron a importarlas a Italia.
Así comenzó la larga asociación entre los judíos y el comercio de cítricos a los ojos de los europeos. A partir de la Edad Media, los comerciantes judíos se rasladaban desde el Mediterráneo hasta el norte y este de Europa con cidras para vender a sus correligionarios que vivían en climas más fríos.
Eso condujo a un floreciente comercio de todo tipo de cítricos, no solo etrogs, y no solo a clientes judíos. Los comerciantes judíos italianos que se establecieron en Alemania utilizaban sus contactos para importar cítricos del Mediterráneo para venderlos a cualquier cliente que pudiera pagar su elevado costo.
Y en la Inglaterra del siglo XVIII, se sabía que los vendedores ambulantes judíos se especializaban en frutas cítricas.
A partir del siglo XIX, los rabinos sionistas y otros líderes judíos comenzaron a alentar a sus seguidores a buscar cidras cultivadas en la Palestina otoman en lugar de las provenientes de otras zonas del Mediterráneo.
Esto se debió en parte a los disturbios antisemitas en la isla griega de Corfú, donde se cultivaban muchas de las cidras destinadas al norte de Europa.
Así llegamos hasta el día de hoy: los agricultores israelíes continúan cultivando y exportando cítricos, sobre todo a Europa, especialmente la famosa naranja Jaffa, que en las décadas de 1950 y 1960 era un símbolo de orgullo para la joven nación.
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