El 12 de septiembre de 1921, nace el escritor polaco Stanislaw Lem, uno de los mayores exponentes de la ciencia ficción
Stanisław Lem fue un escritor polaco considerado como uno de los mayores exponentes del género de la ciencia ficción y uno de los pocos escritores de habla no inglesa que ha alcanzado fama mundial en el género.
Sus libros, entre los cuales se encuentran Ciberíada y Solaris
Lem nació en Lwów, Polonia de entreguerras (ahora Lviv, Ucrania) en el seno de una familia judía. Según su propio relato, en realidad nació el 13 de septiembre, pero la fecha se cambió al 12 en su certificado de nacimiento por superstición.
Después de la ocupación soviética de Polonia Oriental en 1939, no se le permitió estudiar en el Politécnico de Lwów como deseaba debido a su “origen burgués”, y solo debido a las conexiones de su padre, fue aceptado para estudiar medicina en la Universidad de Lwów en 1940.
Durante la posterior ocupación nazi (1941-1944), la familia Lem evitó terminar en el gueto de Lwów consiguiendo documentos falsos.
Lem recordaría así esa época de su vida:
“Durante ese período, aprendí de una manera muy personal y práctica que yo no era “ario”. Sabía que mis antepasados eran judíos, pero no sabía nada de la fe mosaica y, lamentablemente, nada en absoluto de la cultura judía.
Así que fue, estrictamente hablando, sólo la legislación nazi la que me hizo darme cuenta de que tenía sangre judía en mis venas“.
Durante ese periodo, Lem se ganaba la vida como mecánico de automóviles y soldador, y ocasionalmente robaba municiones de los almacenes (a los que tenía acceso como empleado de una empresa alemana) para entregárselos a la resistencia polaca.
En 1943, tuvo que cambiar su identidad y dirección nuevamente, ya que temía ser arrestado por esconder en el ático a un amigo judío.
En años posteriores, Lem a veces afirmó haber sido criado como católico romano, pero sus biógrafos dicen que en realidad recibió lecciones de religión judía durante sus años escolares.
Más tarde se declaró a veces agnóstico y a veces ateo “por razones morales… me parece que el mundo se formó de una manera tan dolorosa que prefiero creer que no fue creado… intencionalmente“