Luego del estreno mundial de ‘Operation Finale’, Ben Kingsley fue muy claro sobre lo que piensa de su personaje…
El gran actor inglés, de padre de origen indio y antepasados judíos por parte de su madre, ha interpretado muchos papeles que reflejan sus orígenes, desde Mahatma Gandhi hasta el padre de Ana Frank, pasando por el cazador de nazis Simon Wiesenthal y el violinista Isaac Stern, todos personajes a los que declara “haber amado”.
Pero le ha tocado representar a alguien muy distinto, alguien a quien es difícil asociar con otra cosa que no sea el mal absoluto: Adolf Eichmann.
Eichmann fue el principal arquitecto de la “Solución final”, el plan nazi para asesinar a todos los judíos que provocó más de seis millones de víctimas.
Ben Kingsley declaró recientemente que no se puso en la piel de Eichmann por amor ni admiración. Por el contrario, dijo, quería “clavarlo a las puertas de Auschwitz, para que todos vean quién era, lo que hizo, y lo que defendía“.
La historia tiene lugar quince años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Un equipo de agentes del Mossad viaja a la Argentina con la misión de sacar a Eichmann del país para llevarlo ante la justicia en Israel.
Y agregó: “lo puse delante de las cámaras para que lo vean, para que lo juzguen. Luego me deshice de él, y dediqué mi actuación a Elie Wiesel y a los millones que perdieron la vida por su culpa… porque si nos olvidamos de los seis millones, los estamos asesinando de nuevo“.
Pero no se trata solo de memoria, sino también de actualidad: la retórica que usa Eichmann en la película muestra una perturbadora similitud con los viciosos discursos que actualmente se utilizan para tratar el tema de la inmigración y las minorías en todo el mundo.
Oscar Isaac, que interpreta al agente del Mossad Peter Malkin dijo, por su parte, que ese tipo de discurso “puede animar a las personas normales -no a los monstruos, ni a los psicópatas, sino a las personas comunes y corrientes- a que odien…“.