Se sabe que que los elefantes se defienden del cáncer mejor que los humanos. Un equipo de investigadores del Technion israelí busca recrear en los humanos lo que los elefantes tienen naturalmente
Durante años, los científicos se han preguntado por qué los elefantes y otros mamíferos grandes son menos propensos al cáncer que los humanos. El 4.8 por ciento de las muertes conocidas de elefantes están relacionadas con el cáncer, mientras que la tasa en humanos está entre el 11 y el 25 por ciento.
El fenómeno, llamado Paradoja de Peto, es particularmente desconcertante para los científicos porque los elefantes tienen muchas más células que los humanos, y en igualdad de condiciones, los elefantes deberían tener una mayor incidencia de cáncer.
Pero una investigación reciente dirigida por el Dr. Joshua Schiffman ofrece algunas explicaciones que podrían convertir esta paradoja en un posible tratamiento contra el cáncer.
El estudio, que duró tres años, reveló que los elefantes africanos tienen 20 copias (40 alelos) de un gen supresor de tumores llamado P53. Los humanos, por el contrario, tienen una sola copia (dos alelos). Las copias adicionales del gen, sugiere el estudio, es lo que permite a los elefantes defenderse contra el cáncer.
El P53 se conoce desde la década del ’70. Laboratorios de investigación de EE. UU., Reino Unido e Israel identificaron de forma independiente el gen, y sus propiedades contra el cáncer fueron descubiertas en 1989 en la Universidad Johns Hopkins. Su acción es relevante para casi todos los tipos de cáncer.
El estudio de Schiffman muestra que el gen se comporta de manera diferente en los humanos que en los elefantes. En los humanos, el gen intenta reparar las mutaciones genéticas, y de ahí que se lo llame “el guardián del genoma”.
En los elefantes, en cambio, el P53 destruye las células cancerosas sin tratar de repararlas, reduciendo así la probabilidad general de desarrollar cáncer. Si se mata a la celda dañada, desaparece y no puede convertirse en cáncer. Esto puede ser más eficaz para la prevención del cáncer que tratar de evitar que una célula mutada se divida y no pueda repararse a sí misma.
Para pasar de la investigación académica al tratamiento, Schiffman se ha asociado con un Profesor de Ingeniería Química del Technion, Avi Schroeder, para “traducir 55 millones de años de la evolución del elefante en beneficio de los pacientes de cáncer”, en palabras de Schiffman.
La mayor dificultad con la que se enfrentan no es cómo replicar el P53, sino cómo y dónde hacerlo funcionar, pues el mayor desafío para tratar los tumores son los tumores secundarios: las metástasis.
Esto se debe a que estos tumores son pequeños, impredecibles y muy dispersos, y atacan a un paciente cuyo sistema inmunitario ya está debilitado, después del tumor primario.
Para lidiar con este problema, están desarrollando nano-células especiales, una especie de minúsculas “plataformas de lanzamiento” con la capacidad de identificar el tejido enfermo y liberar la droga que llevan en la ubicación precisa.
Referencias:
Abegglen LM, Caulin AF, Chan A, et al., Potential Mechanisms for Cancer Resistance in Elephants and Comparative Cellular Response to DNA Damage in Humans, JAMA. 2015;314(17):1850–1860. doi:10.1001/jama.2015.13134
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