La contribución a la ciencia de Stephen Hawking, el gran físico teórico inglés que murió la mañana del 14 de marzo de 2018 a los 76 años, tiene un componente israelí que se remonta a varias décadas de antigüedad.
El tema de su investigación más conocida e importante, que postula que los agujeros negros emiten radiación, conocida como radiación de Hawking o radiación de Hawking-Bekenstein, se basa en los trabajos de Jacob Bekenstein, un profesor de física de la Universidad Hebrea fallecido en 2015 cuyas teorías al principio Hawking desdeñó, pero ante las cuales tuvo que rendirse: cuanto más intentaba refutarlas, más evidencia a su favor encontraba.
Es así como Hawking publicó su principal teoría en 1974: los agujeros negros emiten partículas, postuló (lo que no se había creído posible debido a su tremenda atracción gravitacional) y estarían condenados a desaparecer a menos que ganen masa, por ejemplo, de cuerpos celestes absorbidos por ellos.
Un mérito indudable de Stephen Hawking, y un ejemplo que no todos quienes se dicen científicos cumplen: dejarse guiar por los hechos y conquistar por la evidencia, aunque contradigan sus hipótesis iniciales.
Hawking visitó Israel en varias oportunidades: en 1983 -cuando era mucho menos conocido entonces-, a finales de la década de 1980 -cuando ya había publicado su famoso libro “Una breve historia del tiempo”-, en 2007, Hawking -cuando visitó Masada subiendo en silla de ruedas al teleférico-, y en 2012, para recibir el Premio Wolf en Física, otorgado por la Fundación Wolf de Israel, una organización privada sin fines de lucro fundada por Ricardo Wolf, un filántropo e inventor cubano.
Repercusiones del fallecimiento de Stephen Hawking
Al enterarse de la noticia de su fallecimiento, Lord Jonathan Sacks, una de las grandes figuras rabínicas de Gran Bretaña, tuiteó: “Stephen Hawking, quien murió esta mañana a la edad de 76 años, fue un hombre que cambió nuestra comprensión del universo, demostrando que el mayor poder humano de todos es el poder de las ideas.
Diagnosticado con la enfermedad de la neurona motora a la edad de 21 años y con tan solo dos años de vida, también mostró, durante las siguientes cinco décadas y media, el poder de la mente sobre el cuerpo y la capacidad de crear y comunicarse a pesar de las mayores condiciones debilitantes.
Compartimos el privilegio de ser compañeros del mismo Cambridge College [Gonville y Caius], y realmente mereció la bendición que los rabinos acuñaron al ver a un gran erudito no judío, agradeciendo a Dios por ‘otorgar Su sabiduría a la carne y sangre humanas’. La suya fue una vida verdaderamente inspiradora”.
Lord Sacks había sido protagonista en 2010 de una polémica con Stephen Hawking, quien pensaba que el universo era capaz de
“creación espontánea” y que, por lo tanto, Dios era redundante.
Lord Sacks, por su parte, señalaba los límites de la explicación científica:
Hay sabiduría más allá de la ciencia, que no puede decirnos por qué estamos aquí o cómo debemos vivir.
Un buen ejemplo de que el disenso no es obstáculo para el respeto y reconocimiento mutuos.
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