¿Por qué la “Startup Nation” no adopta el voto electrónico? ¿Cuán hackeable sería?
La Dra. Tehilla Shwartz Altshuler, investigadora principal del Instituto de Democracia de Israel, afirmó en una entrevista reciente al periódico israelí Jerusalem Post que el país evita adoptar el voto electrónico a causa de la “vulnerabilidad a los ataques cibernéticos y la manipulación“.
Las elecciones de 2000 en los Estados Unidos dieron la señal de largada para el entusiasmo con el voto electrónico, que la mayoría de los “expertos” querían adoptar con rapidez, pero las elecciones de 2016 en los Estados Unidos han revertido completamente la tendencia (salvo en algunos países en los que el gobierno sigue tratando de avanzar con la idea).
Y las dudas no han hecho más que aumentar, a partir de los problemas de piratería y manipulación en las elecciones en Alemania y en otros países, y de los fundados temores respecto a las presentes elecciones de medio término en los Estados Unidos.
No es que a Israel le falten precisamente recursos para defenderse de los eventuales ataques, y la Comisión Electoral bien podría recurrir a la Autoridad Cibernética Nacional, un referente mundial en la lucha contra la ciberpiratería.
El problema, para Altshuler, no reside allí sino en la severidad del daño que podría sufrir el país (es decir, su democracia) si la gente comenzara a desconfiar de la limpieza de las elecciones y de sus resultados.
Un riesgo demasiado grande como para que valga la pena correrlo, según la experta.
Sobre todo porque los errores humanos ya son habituales en todas las elecciones, en especial porque los funcionarios no siempre se muestran lo suficientemente celosos en la protección de la información y privacidad de los electores.
Notando que se trataba de un error humano aleatorio, Altshuler dice que el escenario sería mucho peor si los resultados inexactos fueran intencionales debido a ciberataques.
Al referirse a los argumentos a favor del voto electrónico -que podría ayudar a los soldados, las personas discapacitadas y los ancianos, así como a reducir en gran medida la mano de obra y el costo de las elecciones-, dijo que estas cuestiones eran importantes, pero aún así palidecían en comparación con la cuestión de la seguridad cibernética. .
En lugar de seguir insistiendo con el voto electrónico, dice la experta, los gobiernos harían mejor en enfocarse en limitar el impacto de las manipulaciones y campañas de fake news en las redes sociales, así como en evitar que las empresas que recopilan datos personales de la gente los compartan sin grandes restricciones ni controles.
La clave, para ella, esta en el último punto: impedir que se compartan esos datos con empresas extranjeras, partidos políticos o compañías de crédito, crucial para eliminar el problema del uso de información privada para realizar publicidad super-personalizada y en micronichos (una de las claves, por ejemplo, del triunfo de Trump).
Además, si estos datos no estuvieran tan disponibles para cualquiera con recursos suficientes, los bots y otras técnicas de inteligencia artificial para utilizar los datos no serían tan efectivos.