Después de leer esto, la manzana con miel de Rosh Hashaná tendrá un significado completamente diferente…
Es difícil imaginar a Rosh Hashaná sin miel. Las manzanas bañadas en miel son un signo de un año nuevo y dulce, y también comer leikaj (torta de miel), zanahorias cocinadas en miel, y otros platos a base del dulce regalo de las abejas.
Y es que la relación del pueblo judío con la miel viene de muy, pero muy lejos. ¿O acaso no llama la Torá a Eretz Israel la “tierra que mana leche y miel” (Éxodo 33:3)?
La miel era ya en ese entonces considerada tan deliciosa que la Biblia dice que el maná con que Dios alimentó a los israelitas en el desierto después de su éxodo de Egipto “sabía a pastel frito en miel” (Éxodo 16:31).
Por otra parte, cabe aclarar que “Devash” (miel en hebreo), también se refiere a cualquier jarabe de frutas hervidas, tales como dátiles, uvas, granadas e higos.
De hecho, en Tel Rehov, en la región norte de Israel, los arqueólogos encontraron el colmenar más antiguo de Oriente Medio, que data del siglo X aec, hace más de 3.000 años. Compuesto por unas 100 colmenas, parece haber producido aproximadamente media tonelada de miel al año.
El gusto por la miel no era, claro está, privativo del pueblo judío. Todas las culturas antiguas amaban la miel, con un agregado: la creencia en su poder afrodisiaco, que en la tradición judía solo está apenas insinuado en la frase “que mana leche y miel” como manera de aludir a la fertilidad de la tierra de Israel.
Algunos dicen que la reputación romántica de la miel proviene de una antigua costumbre en la que las parejas recién casadas bebían hidromiel, una bebida fermentada hecha con miel, hasta la primera luna de su nueva unión. También es un símbolo de fertilidad y procreación en muchas culturas.
Hipócrates, por su parte, prescribía miel para mejorar el vigor sexual. Y según la tradición popular francesa, una picadura de abeja equivalía a la inyección de un potente afrodisíaco puro.
Sin olvidar, claro, ¡la luna de miel!
La miel en la tradición judía
La tradición judía es rica en alusiones a las propiedades benéficas de la miel. Un dicho rabínico asegura que “la miel y los dulces ayudan a restaurar la visión”. Y comentarios al Talmud dicen que “la miel también te vuelve más sabi@”.
Y Maimónides fue el primer médico de la historia en aconsejar a los padres que no dieran miel a sus bebés (Mishneh Torá, Hiljot Deot 4:12), una recomendación estándar de los pediatras hoy en día.
Pero, hay que decirlo, tampoco Maimónides se ocupó de las propiedades afrodisiacas de la miel, pese a haber escrito un tratado completo de salud sexual, donde da todo tipo de consejos y recetas para mejorar las cosas en ese área.
Pero, por suerte, la ciencia moderna sí se ocupó del tema, y ahora sabemos que la miel contiene boro, que regula los niveles de testosterona, y óxido nítrico, que se libera en la sangre durante la excitación.
¿Sabías que es por su acción sobre el óxido nítrico que el sildenafil (más conocido por Viagra) obtiene los resultados que todos conocemos?
La cocina judía abunda en platillos con miel, pero como al calentarse pierde parte de sus propiedades, en lugar del leikaj te proponemos esta receta:
Costillas con miel
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