El tren está colmado, nadie te da el asiento, y hasta las maletas te molestan. ¿Qué harías…?
Un viejito judío aborda el tren en una estación de la vieja Europa para visitar parte de su familia que vivía en otro pueblo.
Compró el boleto de la clase más económica, que iba repleta, y tuvo que viajar parado en el pasillo dado de que nadie le cedió el asiento ni un poco de lugar.
En un momento apareció en el vagón el guarda pidiendo los boletos de viaje, cuando de repente no pudo seguir avanzando dado de que en el pasillo chocó contra una enorme valija que estaba en el medio del camino.
Al ver a nuestro viejito parado al lado de la valija le dice en forma muy prepotente: ¡Señor! Esta valija me molesta, ¡sáquela del camino!.
El anciano observa al guarda, y de repente con la tonada de una vieja melodía judía se puso a cantar: ¡La valija le molesta… La valija le molesta!
¡Le dije que saque la valija! espetó el guarda. Y el viejito seguía con la canción… ¡La valija le molesta! ¡La valija le molesta!
Visiblemente enfurecido el guarda le dice: O saca la valija o la tiro por la ventana.
Y como la respuesta del viejito fue la misma canción, el guarda toma la valija abre la ventanilla y la tira afuera con el tren a toda velocidad.
Entonces se escucha la voz del viejito judío cantando con la misma tonada: ¡La valija no era mía! ¡La valija no era mía!