¡Cosas que pasan por no llevar sotana!
Un viejito judío que desde que había emigrado desde Europa vivió siempre en Brooklyn un día va a visitar a un amigo que vivía en Nueva York.
Toma el tren subterráneo y al subir ve a un joven elegantemente vestido con el cuello de la camisa dado vuelta, como es evidente que nunca había visto a un cura con ropa moderna, le pregunta:
Discúlpeme joven… como una persona tan elegante como usted lleva el cuello de la camisa al revés?
El sacerdote tratando de ser amable le responde con una sonrisa: No señor, lo que sucede es que yo soy un padre.
El viejito lo mira y le contesta: Yo también soy un padre y no por eso llevo la camisa al revés.
El cura, ya visiblemente perturbado le contesta… No abuelo, usted no me entiende Yo soy padre de muchos…
Mire joven, tengo cuatro hijos. Dos varones y dos mujeres y a su vez ellos tienen hijos, o sea que hasta ya soy un abuelo… ¡Y cuando salgo a la mañana me pongo la camisa bien y no al revés!
El joven cura ya enojado le contesta: Pero mire hombre… ¡Yo soy padre de cientos y cientos!
El viejito guarda silencio pensativo.
Unas estaciones después cuando ya está por bajarse, mire al cura y le dice:
Perdóneme joven pero a mí me parece que a usted lo que le conviene también es darse vuelta los pantalones