Era como James Bond, corría carreras, vestía como un galán e hizo cosas geniales, sin dejar de ser apasionadamente judío…
Wick, quien murió de COVID-19 en 2020, nació en 1929 en Londres.en una familia de inmigrantes judíos de Polonia y Lituania.
Fue educado en la prestigiosa escuela Harrow, donde debió enfrentar todo tipo de burlas antisemitas durante los encuentros deportivos. Fue allí donde se le pegó el acento que hizo que sonara, en palabras de sus familiares, “como el príncipe Charles”.
Wick acababa de completar su servicio en la Royal Air Force de Gran Bretaña y estudiaba ingeniería cuando decidió que quería convertirse en piloto de carreras, y así comenzó a aparecer en forma regular en la prensa de principios de la década de 1950 como el ganador de carreras de circuito, subidas de colinas y sprints, y fue reclutado por la escudería de Sydney Allard, el piloto de rally y fundador de la compañía de automóviles Allard.
Corrió en las 24 Horas de Le Mans y en el Rally de Montecarlo, pero su carrera deportiva llegó a un abrupto final por un accidente a alta velocidad en 1955, justo en el momento en el que le acababan de pedir que fuera miembro de la prestigiosa Ecurie Ecosse, la escudería de Edimburgo que ganó las carreras de Le Mans de los dos años siguientes, en 1956 y 1957.
Luego de retirarse, fundó la empresa de ingeniería Diffusion Alloys, con la que desarrolló un importante número de técnicas para recubrir metales en cromo y titanio,trabajando con gigantes corporativos como General Electric y Lufthansa.
Fue también una de las primeras empresas británicas en emplear en forma sistemática a mujeres y personas de color en igualdad de condiciones. Su familia recuerda que Wick, fanático de la navegación, era la única persona que encienda velas de Shabat a bordo de un barco en el elegante puerto de Lymington, y que apoyaba a numerosas instituciones judías, entre ellas ONGs dedicadas a a ayudar a personas ciegas y con capacidades diferentes, así como a varios grupos judios ortodoxos.