El 24 de Noviembre de 1632, nace en Holanda el filósofo Baruj Spinoza
Judío de origen hispano-portugués y descendiente de judeoconversos que habían huído a Holanda para poder practicar su religión libremente, Spinoza se ganaba la vida como pulidor de lentes.
Había regalado a su hermanastra la parte de la herencia familiar que le correspondía (luego de haberle ganado en los tribunales su derecho a ella) y rechazado los puestos de profesor que le habían ofrecido, para poder escribir y desarrollar la perspectiva filosófica que sería explicada acabadamente en su “Etica”, publicada después de su muerte en 1677.
Esta obra fue descripta por Roger Scruton como “la última indiscutible obra maestra latina, en la que los refinados conceptos de la filosofía medieval finalmente se vuelven contra sí mismos y son destruidos por completo“.
Spinoza, al rechazar cualquier presencia divina que trascienda lo sagrado de la naturaleza, fue un pionero de la filosofía de la Ilustración, el humanismo y el panteísmo espiritual modernos.
Para Spinoza, el universo es determinista (“nada existe de cuya naturaleza no se desprenda algún efecto”, escribió): contingencias tales como “los milagros” simplemente revelan lo incompleto del conocimiento y capacidad de comprensión humanos.
Para él, la alegría y el dolor son las dos pasiones fundamentales de la vida humana: la alegría, marcando nuestra transición hacia una mayor perfección, y la tristeza (y pasiones derivadas) al servicio de lo opuesto.
Estas y otras ideas resultaron en el jerem y la expulsión de Spinoza de la comunidad judía sefardí de Amsterdam cuando tenía 23 años, y la prohibición de sus libros por la Iglesia de Roma. Para algunos especialistas, el jerem de Spinoza se explicaría por razones políticas: habría sido una manera de desmarcarse del pensamiento spinozista para evitar problemas con las autoridades holandesas.
“La paz no es una ausencia de guerra, es una virtud, un estado de ánimo, una disposición para la benevolencia, la confianza, la justicia“.
– Baruj Spinoza