El 6 de agosto de 412, los emperadores romanos Honorio y Teodosio II prohíben que los judíos sean perseguidos a causa de su religión
Los emperadores romanos Honorio y Teodosio II ordenan que los judíos no sean perseguidos por su religión ni se les confisquen sus propiedades sin causa, pero se advierte a los judíos que no “falten el respeto al cristianismo”.