El 14 de noviembre de 2001, el New York Times reconoce que durante la Segunda Guerra Mundial minimizó en forma sistemática y planificada las noticias sobre el Holocausto
El 14 de noviembre de 2001, en la edición del 150 aniversario del diario The New York Times, el ex editor ejecutivo Max Frankel reconoce que antes y durante la Segunda Guerra Mundial, el Times mantuvo mantenido una política sistemática de minimizar los informes sobre el Holocausto en sus páginas de noticias.
Laurel Leff, profesora asociada de periodismo en la Northeastern University, documentó en su libro “Buried by The Times” cómo el periódico había minimizado el antisemitismo nazi.
Allí muestra como el Times, antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, ubicaba en lo más profundo de sus páginas sobre la persecución y el exterminio de judíos, velando al mismo tiempo en esas historias -como también haría el estalinismo- que los judíos eran las vícimas de los crímenes nazis.
Leff atribuye en parte esa política oficial del New York Times a las complejas opiniones personales y políticas del editor judío del periódico, Arthur Hays Sulzberger, sobre el judaísmo, el antisemitismo y el sionismo.
Jerold S. Auerbach sostiene por su parte -en su libro “Print to Fit”- que el mayor abandono de su deber periodístico, como reconoció el propio consejo editorial del New York Times en 2019, fue cómo trató el ascenso del nazismo, su adopción del antisemitismo como política de estado, la discriminación y las indignidades acumuladas contra los judíos en la década de 1930. y el intento deliberado de exterminar a toda la población judía de la Europa ocupada por los nazis en la década de 1940.
Auerbach lo atribuye a dos factores. Por un lado, al antisionismo innato que marcó la política editorial del Times desde el principio.
Por el otro lado a que cada uno de los sucesivos editores del diario -muy conscientes de que ellos mismos eran judíos- estaba decidido a asegurarse de que el Times nunca fuera percibido como un periódico “judío”.
The New York Times fue fundado el 18 de septiembre de 1851 por Henry Raymond y George Jones. Adolph Ochs lo compró en 1896 y le dio su renombre internacional.
Arthur Hays Sulzberger, yerno y sucesor de Ochs, insistió en que los judíos no debían ser identificados como un grupo distintivo en las historias publicadas por el Times.
En consecuencia, al describir la difícil situación de los judíos que huían de la Alemania de Hitler a fines de la década de 1930, el periódico ignoró deliberadamente el hecho de que eran judíos, pasando por alto el hecho de que la razón principal de su situación era el antisemitismo institucional del régimen nazi.
Por ejemplo, Auerbach cita un editorial del Times que al describir el destino de 500 refugiados judíos varados en un barco fluvial en el Danubio durante meses no menciona que son judíos, sino que los identifica como “seres humanos indefensos y aterrorizados”.
El hecho de que los judíos fueran las principales víctimas del régimen nazi fue minimizado constantemente, una política editorial deliberada instituida para evitar que el Times fuera percibido como demasiado pro-judío.
Incluso al final de la guerra, Auerbach señala que los horrores de Auschwitz nunca llegaron a la portada. La liberación de Dachau sí lo hizo, pero sin ningún indicio de que la mayoría de las víctimas eran judías.
La mayoría de las familias judías establecidas desde hacía más tiempo en los Estados Unidos se oponían profundamente al concepto mismo del sionismo, argumentando con vehemencia que no había absolutamente ninguna necesidad de un estado judío soberano con todas las trampas de la pertenencia nacional, ya que sostenían que los judíosno eran una raza, una nación o un pueblo, sino meros seguidores de una religión.
Muchos judíos estadounidenses adinerados, profundamente preocupados por una eventual acusación de “doble lealtad”, se declaraban “estadounidenses por nacionalidad y judíos por religión”. Eran patriotas estadounidenses de fe judía. Su Sión era América.
Ochs y su familia pertenecían al ala reformista del judaísmo, donde estas posturas eran más fuertes, y fue de allí que el Times basó en gran parte su periodismo de opinión sobre el tema del sionismo.
Auerbach hizo un análisis meticuloso de la actitud del New York Times entre 1896 y 2016, y llegó a una firme conclusión: con algunas excepciones notables, la cobertura del periódico se ha sesgado constantemente en contra de ambos.
En resumen, la cobertura del NYT ha sido diseñada para ajustarse al profundo antisionismo de su propietario original, y se ha transmitido a las siguientes generaciones de editores, todos ellos miembros de la misma familia.
Al menos una parte de esta acusación ha sido reconocida recientemente por el propio consejo editorial del Times.
El 27 de abril de 2019, la edición internacional del Times publicó una caricatura profundamente antisemita. Cuando un tsunami de críticas de todo el mundo envolvió el periódico, la caricatura fue retirada, el editor responsable fue disciplinado y se publicaron varias disculpas.
Luego, el 30 de abril, en un editorial en el que se denunciaba esa “espantosa caricatura política”, el consejo editorial reconoció sus propias contribuciones históricas al aumento del antisemitismo.
“En las décadas de 1930 y 1940”, escribieron, “el Times permaneció en gran parte en silencio mientras el antisemitismo se alzaba y bañaba al mundo en sangre. Ese fracaso todavía acecha a este periódico“.
Las circunstancias políticas que motivaron las posiciones de Adolph Ochs en los primeros días del sionismo son examinadas por Auerbach con cierto detalle.
En el mismo año en que Ochs adquirió el Times, 1896, Theodor Herzl, fundador del sionismo, publicó “El estado judío”, mientras que al año siguiente se celebró el primer Congreso Sionista Mundial en Basilea, Suiza.
De allí surgió el objetivo fundamental del sionismo: “Establecer un hogar para el pueblo judío en Palestina asegurado por la ley pública”.
Según Auerbach, el New York Times partía de un principio de base: que el sionismo estaba equivocado desde el vamos y que, en cualquier caso, era imposible de realizar.
El Times cubrió solo brevemente la aparición en noviembre de 1917 del documento que finalmente condujo al cumplimiento del sueño sionista, la Declaración Balfour, que anunciaba que el gobierno británico favorecía el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío.
Aunque los logros sionistas en el Mandato Británico en Palestina fueron elogiados ocasionalmente en las páginas del Times, por ejemplo, la inauguración de la Universidad Hebrea en 1925, el rápido desarrollo de Tel Aviv y los éxitos agrícolas de los jóvenes pioneros, la crítica adversa hacia el sionismo como principio rector siguió siendo una característica persistente de su cobertura durante los años del Mandato.
El Gran Mufti de Jerusalén, violentamente antijudío, fue objeto de artículos elogiosos, y se culpó sistemáticamente a los judíos del deterioro de la situación con los árabes.