El 6 de diciembre de 1987, 250.000 personas marcharon en Washington en solidaridad con los judíos de la Unión Soviética
El 6 de diciembre de 1987, en vísperas de una cumbre entre Mijail Gorbachov y Ronald Reagan, 250.000 personas marcharon en Washington en solidaridad con los judíos soviéticos.
El movimiento de protesta en nombre de los judíos soviéticos, que se extendió por todo Estados Unidos y otras comunidades judías durante las décadas de 1960 y 1970, fue en gran medida una respuesta al Holocausto.
Las revelaciones de lo que los nazis les habían hecho a los judíos, junto con el descubrimiento de la inacción general y la indiferencia de gran parte de los líderes del mundo occidental hacia su destino, dejaron a los judíos (particularmente de Estados Unidos) con un profundo sentimiento de ira y culpa (esta última, por su propia relativa pasividad durante los años del Holocausto).
Por lo tanto, cuando comenzaron a difundirse las noticias de los intentos de la Unión Soviética por destruir a la comunidad judía rusa, los judíos estadounidenses se indignaron y decidieron hacer algo.
Por supuesto, el gobierno soviético no buscaba aniquilar físicamente a la comunidad judía (aunque a principios de la década de 1960, más de cien judíos fueron ejecutados por cargos falsos de delitos económicos).
Sin embargo, cerró en forma sistemática las sinagogas y publicó una gran cantidad de libros antisemitas, algunos de los cuales acusaban al judaísmo de ser una religión nazi.
Las caricaturas del general israelí Moshe Dayan aparecían rutinariamente en los periódicos soviéticos y lo mostraban con un brazalete con la esvástica nazi.
En 1964, la “Lucha Estudiantil por los Judíos Soviéticos” (Student Struggle for Soviet Jewry, o SSSJ) fue fundada en Nueva York por Jacob Birnbaum, quien la encabezó encabezado desde entonces junto a Glenn Richter.
Desde sus inicios, SSSJ exigió el derecho de los judíos a vivir como judíos dentro de Rusia, y a abandonar el país si así lo deseaban.
Rápidamente se fundaron otros grupos de apoyo a los judíos soviéticos en todo el país, y muchos de ellos luego se unieron para crear la Unión de Consejos para los judíos soviéticos.
En 1971, las principales organizaciones judías de los Estados Unidos fundaron la Conferencia Nacional sobre los judíos soviéticos.
Y en sus primeros años, la Liga de Defensa Judía, encabezada por Meir Kahane, solía seguir y hostigar a los diplomáticos soviéticos estacionados en los Estados Unidos.
El alcance combinado de las diversas organizaciones de protesta por los judíos soviéticos fue extenso. Para citar un ejemplo: cuando artistas soviéticos visitaban los Estados Unidos, ya fuera un pequeño cuarteto de cuerdas o el mundialmente famoso Ballet Bolshoi, eran recibidos por piquetes de protesta que exigían derechos para los judíos soviéticos.
Al principio, los resultados tangibles parecían ser pequeños. El liderazgo soviético no hizo concesiones, presumiblemente con la esperanza de que la comunidad judía se desanimara y se rindiera.
Sin embargo, después de la Guerra de los Seis Días, el estado de ánimo de los judíos soviéticos cambió notablemente. Miles, y luego decenas de miles, de judíos rusos comenzaron a estudiar la historia y los textos judíos, asistir a las celebraciones de Simjat Torá y a solicitar visas de emigración a Israel. A principios de la década de 1970, comenzaron a recibir dicho permiso.
Sin embargo, el gobierno soviético, queriendo desalentar la migración judeo-soviética a gran escala, a menudo encarcelaba a los líderes del movimiento judío. Estos presos de conciencia se convirtieron en el nuevo foco del movimiento internacional de protesta por los judíos soviéticos.
Simultáneamente a las protestas y marchas públicas, los grupos de apoyo a los judíos soviéticos presionabam activamente en Washington.
Su victoria legislativa más destacada fue la enmienda Jackson-Vanik patrocinada por el Congreso, que vinculaba el comercio con Rusia a la libertad de emigración de los judíos soviéticos.
Las diversas organizaciones por los judíos d ela URSS también alentaron a decenas de miles de judíos estadounidenses y occidentales a visitar Rusia como turistas y a pasar tiempo con los disidentes judíos.
A fines de la década de 1980, el movimiento de protesta judío-soviético había logrado mucho más de lo que esperaban sus fundadores.
El 6 de diciembre de 1987, en vísperas de una cumbre entre Mijail Gorbachov y Ronald Reagan, 250.000 personas marcharon en Washington en solidaridad con los judíos soviéticos.
La marcha incluyó a activistas de todo Estados Unidos y fue organizada por la Conferencia Nacional por los Judíos Soviéticos (NCSJ), el Consejo de Federaciones Judías (CJF) y otros grupos más pequeños.
Se esperaba que asistieran 150.000 personas o menos, y la abrumadora participación envió un mensaje claro al primer ministro ruso: poner fin a la asimilación forzada de los judíos rusos y permitirles emigrar de la URSS.
A fines de la década de 1980, a la gran mayoría de los judíos soviéticos que solicitaban emigrar se les permitió hacerlo y por primera vez desde la revolución comunista de 1917, se estableció una ieshivá dentro de la Unión Soviética.
No obstante, los movimientos hacia una mayor democratización introducidos dentro de Rusia por el presidente Mijail Gorbachov también garantizaron una mayor libertad para los grupos antisemitas.
Cuando grupos como el ultranacionalista de extrema derecha Pamyat comenzaron a propagar públicamente el antisemitismo, a partir de 1988, cientos de miles de judíos comenzaron a clamar por abandonar Rusia.
A principios de 1990, más de diez mil salían de Rusia mensualmente.