¿Vivían los habitantes de la Jerusalén del Primer Templo en el lujo? El hallazgo de raros objetos de marfil, uno de los materiales más preciosos de la antigüedad, ofrece una pista
Considerado uno de los materiales más preciosos de la antigüedad, 1.500 fragmentos de marfil descubiertos en las excavaciones en curso en la Ciudad de David abren el debate sobre una Ciudad Santa más globalizada
Los 1.500 fragmentos de marfil recientemente descubiertos en la Ciudad de David de Jerusalén, han hecho que los investigadores reconsideren el status de Jerusalén entre las capitales del Cercano Oriente antiguo.
Estos artefactos de marfil del período del Primer Templo son los primeros descubiertos en Jerusalén, la capital del Reino de Judea, y uno de los pocos de esa época en el Cercano Oriente.
Las piezas de marfil, que habrían formado parte de incrustaciones decorativas para muebles o una puerta, se descubrieron en un edificio monumental que estaba en uso cuando Jerusalén estaba en el apogeo de su poder (siglos VIII y VII aec) y que fue probablemente arrasado durante la conquista babilónica del 586 aec.
El marfil aparece en la Biblia en numerosos lugares como sinónimo de opulencia extrema, como el “gran trono de marfil” del rey Salomón (I Reyes 10:18), el palacio del rey Acab adornado con marfil (1 Reyes 22:39) y las advertencias del profeta. Amós para que los ricos dejaran de recostarse en lechos con incrustaciones de marfil (Amós 6:4).
Otras capitales antiguas en las que se encontró marfil decorativo incluyen a Nimrud, la capital de Asiria, y Samaria, la capital del Reino de Israel, según los arqueólogos israelíes.
Esas ciudades eran conocidas por su riqueza y opulencia. Con respecto a la Jerusalén del Primer Templo: muchos estudiosos piensan que la Ciudad Santa sólo se desarrolló plenamente a fines del siglo VIII aec, la época a la que pertenece el marfil encontrado.
Los historiadores ya eran conscientes de la importancia y la centralidad de Jerusalén en la región en el período del Primer Templo, pero estos hallazgos ilustran cuán importante era y la ubican en la misma liga que las capitales de Asiria e Israel, y son un paso adelante en la comprensión del estado político y económico de la ciudad como parte de la economía y la administración globales.
Luego de unir el “rompecabezas” de cientos de fragmentos, los investigadores encontraron que provenían de al menos 12 pequeñas placas cuadradas que originalmente estaban incrustados en muebles de madera, posiblemente sillones de una estructura palaciega que se cree era un edificio sacerdotal o real.
¿Cómo llegó el marfil a Jerusalem? Los arqueólogos se preguntan: ¿era Judea un pequeño estado vasallo de buen comportamiento, merecedor de un rico regalo del emperador asirio, o era un actor independiente en el comercio internacional, capaz de adquirir bienes escasos y provenientes de muy lejos?
Lo más probable es que el marfil -“shenhav” en hebreo bíblico, literalmente “el diente del elefante” (hav en egipcio)- provenga del colmillo de un elefante africano que fue importado a Siria para ser trabajado por maestros artesanos.
En el antiguo Cercano Oriente, además de ser muy caro, el marfil significaba poder. Hay evidencia textual de que los reyes de la región importaban elefantes de África para poder “conquistarlos” y matarlos.
Al provenir de un animal muy grande, el elefante, era un signo de poder y control sobre el caos.
El estilo de los motivos decorativos del marfil de Jerusalem apunta a una clara influencia levantina, popular en toda la Mesopotamia. Probablemente fueron realizados en Siria y luego importados a Jerusalén, ya sea como muebles o puertas ya terminadas, o como incrustaciones listas para colocar.
Debido a otros artículos de lujo que también se descubrieron en el edificio: vino con sabor a vainilla, bandejas especiales y un raro sello de ágata, es posible que los sillones servían para comer reclinados en un lugar donde se servían banquetes.
Pero los motivos decorativos (rosetas que rodean un árbol estilizado, flores de loto y algunas formas geométricas) también cuentan otra historia, porque parecen ilustrar un proceso de selección por parte de los habitantes de Jerusalén para que se adapten a sus necesidades y sensibilidades.
Son motivos muy presentes en el arte del antiguo Cercano Oriente, pero lo más interesante es qué otros símbolos muy comunes no se encontraron: por ejemplo, una esfinge u otras representaciones de animales y humanos.
Es posible que se trate de evidencia de una elección consciente por parte de la élite de Jerusalén de sobre qué símbolos adoptar y cuáles rechazar.
Además, esos motivos encajan con el discurso visual imperante en Judea como un todo. En excavaciones en la Ciudad de David y en otros lugares de Judea, la roseta se encuentra en asas de tinajas y en sellos de arcilla como símbolo de la administración de la corte real.
A lo largo del Cercano Oriente, estaba conectada con lo divino y el poder, y en algún momento fue además un símbolo asociado con la diosa Ishtar.
El árbol estilizado también aparece en los primeros proto-capiteles que se encontraron en Judea. En otras partes del Cercano Oriente, estaba conectado con los árboles sagrados de Ashera y con un símbolo de fertilidad.