Son cada vez más las instituciones coreanas que adoptan como herramienta pedagógica la javruta -el método talmúdico de estudio-… ¡y hasta el Talmud mismo!
En época de exámenes, los templos de Corea del Sur se llenan de padres rezando por el éxito académico de sus hijos. Nada extraño, en un país en donde las familias gastan al año $ 17 mil millones de dólares en tutores, academias y maestros particulares.
Los niños comienzan temprano – el 83 por ciento de los niños de 5 años reciben educación particular – y el ritmo se sigue intensificando hasta que, a los 18 años, los estudiantes toman el temido examen de ingreso a la universidad de ocho horas (suneung).
Pero, a pesar de todo el tiempo y el dinero que gastan en educación, solo un coreano ha ganado un premio Nobel, lo que molesta a muchos coreanos.
La mayoría de los surcoreanos nunca han visto a un judío. Aparte de una pequeña casa de Jabad en Seúl, la comunidad judía de Corea del Sur prácticamente no existe.
Sin embargo, hay un hecho acerca de los judíos que casi todos los surcoreanos conocen: los judíos representan solo el 0,2 por ciento de la población mundial, pero el 23 por ciento de los ganadores del Premio Nobel han sido judíos.
Y la explicación, para mucho surcoreanos, reside en los métodos judíos de educación. Y específicamente en la javruta, un sistema utilizado por los estudiosos del Talmud en el que parejas de estudiantes debaten y se hacen preguntas basadas en textos rabínicos, sin casi intervención de un maestro.
El resultado es docenas de academias privadas basadas en la javruta, con sucursales en las principales ciudades de todo el país, que enseñan desde niños pequeños hasta adultos.
Algunos hacen incluso uso de textos talmúdicos en idioma coreano, mientras que otros siguen un currículo completamente secular.
El romance de los coreanos con el Talmud tiene, en realidad más de 40 años. Comenzó a mediados de la década de 1970, cuando las traducciones coreanas de historias inspiradas en el Talmud del rabino Marvin Tokayer, un capellán militar estadounidense estacionado en Japón, llegaron por primera vez a las librerías de Seúl.
Las historias de Tokayer fueron un gran éxito. El Talmud, se volvió viral en Corea del Sur: en las décadas posteriores, han aparecido cientos de versiones coreanas del Talmud, en su mayoría derivadas de traducciones y comentarios en inglés. Estos van desde libros de cuentos ilustrados para niños hasta volúmenes muy completos para adultos.
La fiebre por el Talmud en Corea del Sur también provocó una gran fascinación por las tradiciones judías, que ha generado toda clase de publicaciones notables, incluida una traducción al coreano de la Hagadá, el libro que se lee durante el Seder de Pesaj.
El interés en el Talmud finalmente llevó a los académicos coreanos a explorar cómo los judíos estudian los textos religiosos.
Comenzaron a aprender sobre las yeshivot, las academias rabínicas en donde se estudia el Talmud, y especialistas surcoreanos visitaron algunos de los centros de estudio del Talmud más reconocidos de Israel.
Y allí descubrieron la javruta (palabra que proviene de una raíz hebrea que significa “amigo” o “compañero”): animados debates entre compañeros de estudios sobre textos, analizando su lógica y debatiendo una serie de preguntas escritas formuladas por los maestros.
Para muchos pensadores surcoreanos, este era el “secreto” que habían estado buscando desde la década de 1970: una metodología pedagógica que agregaba dinamismo al aprendizaje basado en los libros y qie eliminaba al maestro como el punto focal de las lecciones.
Los escépticos exigen precaución, señalando que las modas educativas surcoreanas tienden a aparecer y desaparecer, especialmente en el mundo ultra competitivo de las academias privadas.
Pero la evidencia sugiere lo contrario, y la metodología está ganando aceptación general rápidamente, pasando de las academias privadas a las aulas públicas convencionales.
Incluso los jardines de infantes están adoptando la metodología, así como numerosos padres para relacionarse con sus hijos
Los expertos de la federación de maestros visitaron numerosas academias de javruta y descubrieron que, en lugar de ser demasiado silenciosas como la mayoría de las aulas coreanas típicas, todas se atestaban de discusiones y debates ruidosos. La conclusión: es un gran avance en la cultura pedagógica coreana, que podría encontrar aplicaciones en escuelas, hogares e incluso empresas.