No hace falta ser Indiana Jones para desarrollar esta actividad. Y lo que es más importante, nos puede ayudar mucho en nuestra búsqueda genealógica…
Según la definición del diccionario de la Real Academia Española, arqueología es “la recuperación sistemática y el estudio científico de material que evidencia vida y cultura en el tiempo pasado”.
La mayor parte de la gente, concibe al arqueólogo como una persona que porta toda clase de herramientas, viste traje marrón y un sombrero al mejor estilo Indiana
Jones, y cuya mayor preocupación es encontrar ruinas o huesos que ayuden a sus trabajos científicos.
Sin dudas, la mayoría de los arqueólogos responden a este patrón, ya que, efectivamente, gran parte de ellos se dedican exclusivamente a encontrar y darle significado a vidas y sociedades del pasado. Pero no menos cierto, es que también pueden ser “arqueólogas” aquellas personas que desde su casa intentan ubicar sus raíces familiares.
Claro, un ático polvoriento o un oscuro sótano puede no ser tan románticos como encontrando un casco de cerámica de 4000 años de antigüedad en el Peloponeso pero, sin embargo, sí podemos efectuar algunos hallazgos muy interesantes, y de hecho, es verdaderamente asombroso lo qué se puede encontrar en algunos cajones y viejas
cajas de zapatos.
Los antecedentes familiares son mucho más que una fría estadística vital.
¿Por que mientras que la mayoría de los investigadores compilan listas de nombres, fechas de nacimiento, matrimonio y defunción, a menudo “se olvidan” de la parte más importante, es decir quiénes eran y que hacían estas personas?
Las cartas, los diarios personales, las memorias, los álbumes de fotos, la ropa, y otros artículos de la familia, pueden agregar vida a nuestros antecedentes familiares, mostrando las personalidades de todas estas personas.
Las madres, especialmente, son grandes archivadoras. Suelen comenzar guardando los documentos, artículos, y álbumes de los bebés, para luego ir juntando toda su historia de vida.
Cuando su hijo es parte del equipo que ganó el campeonato de fútbol intercolegial, es ella quien se encargó de cortar los recortes de diario que lo anunciaban.
Cuando su hija se casó, fue ella quien se acordó de guardar las tarjetas de invitación y los muñequitos de la torta de boda. Cuando su marido debió dirigirse a trabajar, o
tal vez a combatir al exterior, fue ella quien guardó las cartas que él envió.
Gracias a la fotografía, incluso las familias más comunes pudieron guardar un expediente visual de sus vidas a través de las imágenes.
Mientras que los aspectos de los álbumes de fotos han cambiado considerablemente, desde las fotos blanco y negro hasta las actuales digitales, el propósito sigue siendo el mismo: tener un documento visual sobre la evolución de la familia.
A menudo, también se confeccionaron “libros de recuerdos”, que contienen fotografías y también recetas, recuerdos, souvenirs, postales, documentos, etc.
Las viejas cartas entre amigos, conocidos y amantes, pueden revelar secretos íntimos de las vidas de sus ancestros.
La carta escrita fue el medio de comunicación principal hasta mediados del siglo 20. Antes de los días de la televisión e Internet, la gente solía sentarse en forma tranquila a escribir largas y detalladas cartas que contenían noticias del hogar para los miembros lejanos de su familia.
Una carta llena de detalles puede ayudar mucho a rastrear a los parientes dispersos a través del tiempo y las generaciones, especialmente si también se mencionan determinados lugares.
Las cartas también pueden sugerir lazos que no podrían determinarse fácilmente de otra forma. Y la fecha o el año en que se fecha una carta, puede proveer una punta de referencia valiosa para saber en que momento de dio un determinado acontecimiento, que no pueda registrarse en el texto de la carta.
Por lo tanto, no sólo se debe poner atención en el contenido de una carta, sino también tomar nota cuidadosamente de sus matasellos, fechas, y remitentes.
Los diarios íntimos personales, pueden no contener los acontecimientos diarios de la vida de las muchachas adolescentes, pero sí los mismos son escritos por gente adulta, muy probablemente contendrán todos sus pensamientos y reacciones a los distintos acontecimientos.
Sus autores suelen llenarlos de expresiones personales y reacciones a los diversos sucesos de la vida, lo cual puede ayudarnos a darle una personalidad a su propio nombre.
Es esencial registrar en un papel cualquier nombre encontrado en un diario, puesto que él puede volver a tener un rol más adelante.
Es una buena regla pedir prestados y/o guardar documentos personales.
Hágales una copia, si es posible, o extraiga toda la información necesaria y, en el caso de quedarse con alguna duda, pida ver estos expedientes nuevamente.
Por último, no piense que los áticos, roperos, o sótanos son los únicos lugares en que se pueden atesorar documentos guardados por sus parientes.
Las cartas también fueron a menudo guardadas dentro de las páginas de diferentes libros, mientras que los diarios y las colecciones personales de cartas fueron ocultados a menudo en lugares secretos, como detrás de las paredes o debajo de los suelos.
Busque las pistas y consiga un permiso antes de lanzarse a una persecución salvaje, que podría llegar a causar algún daño a algún miembro de su familia.
Como en arqueología, la gente que habría podido contestar las preguntas se ha ido hace muchos años. Pero si les sigue el rastro, seguirá habitando en sus pensamientos.