Las luchadoras judías en el Levantamiento del Gueto de Varsovia y el miedo que infundían en las SS, según su verdugo nazi
El 19 de abril de 1943, el general de las SS nazis Jurgen Stroop necesita de 10.000 hombres, armados de carros blindados, autoametralladoras y lanzallamas para vencer la resistencia de un puñado de luchadores judíos y lograr su objetivo de destrucción total del gueto de Varsovia.
Dos años después, la Alemania nazi es derrotada y Stroop es encarcelado junto a un resistente polaco -en prisión por error-, Kazimierz Moczarski.
Stroop toma por confidente a Moczarski , quien apunta concienzudamente los recuerdos de asesino que Stroop va desgranando uno por uno en su presencia.
Luego de su liberación, Moczarski publica esas confidencias con el título “Diálogos con un verdugo” (publicadas en 1973 por el “Centro de documentación judía contemporánea” de París)
Uno de los pasajes más remarcables es el que Stroop dedica a las mujeres combatientes del gueto de Varsovia:
“Había también otro fenómeno característico, la participación en los combates de las mujeres judías.
Estoy pensando en los grupos organizados de jóvenes del Haluzzenbewegung (el movimiento juvenil sionista Jalutz).
Creo que no eran seres humanos, sino diablesas o diosas. Calmas, firmes, hábiles.. Ágiles como acróbatas de circo
A menudo tiraban con ambas manos, simultáneamente, con dos revólveres. Encarnizadas en el combate hasta el final. Peligrosas en el contacto directo.
Una de esas jóvenes, Haluzzenmädel, capturada, tenía el aspecto de un inocente cordero. Totalmente resignada.
Y de repente, mientras se acercaban algunos de nuestros soldados, ella sacó una granada y la arrojó a los SS.
Sus maldiciones… hasta la décima generación por venir… Te ponían los pelos de punta.
En esos casos sufríamos bajas; así que di la orden de no capturarlas, de no considerarlas como prisioneras de guerra, sino de asesinarlas de lejos bajo el fuego de las ametralladoras”.