Hace 2000 años que el judaísmo mantiene un diálogo activo sobre temas de género: la cuestión trans aparece cientos de veces en la literatura rabínica, e incluso la creación bíblica del mundo podría interpretarse a través de una lente transgénero, dicen los especialistas…
Es que, para entender la relación de la tradición judía con las personas transgénero, hay que comenzar desde el principio.
Las personas trans en las fuentes judías
En el midrash Bereshit Rabba -una interpretación del libro del Génesis que amplía y multiplica sus sentidos redactado alrededor del siglo V ec-, el rabino Yirmiya Ben Lazar dice que cuando Dios creó al primer ser humano, lo creó “andrógino”.
Se basa en una interpretación de Génesis 1:27, “Dios lo creó a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó”.
El midrash continúa diciendo que según el rabino Shmuel Bar Nachman, cuando Dios creó al primer ser humano, “lo creó con dos caras y las separó, y las hizo con dos espaldas aquí y dos allá”.
Esta tradición es retomada por el rabino Elliot Kukla, la primer persona abiertamente transgénero ordenada como rabino por el por el Hebrew Union College del movimiento Reformista.
Kukla, ha escrito extensamente sobre la relación entre el judaísmo y las personas transgénero en el sitio web TransTorah, donde también propone nuevas oraciones, bendiciones y ritos de pasaje para situaciones vitales específicas.
Entre ellas se encuentra una bendición para el proceso de transición de género, una bendición para el “chest binding”, una ceremonia nupcial para personas trans, un ritual en la mikveh previa a una cirugía u otro tipo de transición, etc.
Este tipo de innovaciones rituales se está haciendo cada vez más común, y hace poco se difundió el caso de un alumno de una escuela judía de California, cuya transición fue acompañada por toda la comunidad educativa a través de un ritual especialmente “diseñado” por la escuela, mezcla de ceremonia de bar mitzva y de asignación de un nombre a un recién nacido.
En su sitio web, Kukla describe la terminología de género utilizada en la literatura rabínica, como el “androgynos” de origen griego citado en Bereshit Rabba, donde es definido como una persona que tiene características sexuales “masculinas” y “femeninas”.
Kukla agrega que contó 149 referencias en la Mishná y el Talmud (redactadas entre los siglos I a VIII ec), y 350 en el midrash clásico y los códigos de la ley judía (escritos entre los siglos II y XVI ec).
Otro término que Kukla es “tumtum“, una persona con características sexuales indeterminadas o encubiertas, que tiene 181 referencias en la Mishnah y el Talmud, y 335 en el Midrash y los códigos clásicos de la ley judía.
“Ay’lonit“, por su parte, es alguien que se identifica como mujer al nacer pero que desarrolla características masculinas en la pubertad y es infértil. Tiene 80 referencias en la Mishná y el Talmud y 40 en el midrash clásico y los códigos de la ley judía
Y luego está “saris“, alguien que se identifica como hombre al nacer pero desarrolla características femeninas en la pubertad o carece de pene. Un saris puede serlo naturalmente (saris hamah), o volverse a través de la intervención humana (saris adam). Contó 156 referencias en Mishnah y Talmud y 379 en el midrash y los códigos clásicos de las judías.
Otra figura rabínica importante en la actualidad es Becky Silverstein, que se define como alguien de “género fluido”, que centra su reflexión en la intersección del judaísmo y el género, y a cómo se aplica la halajá (ley judía) a la vida de una persona trans.
Las corrientes judías no ortodoxas en términos generales aceptan a las personas trans con los brazos abiertos (aunque con variaciones locales), y un número creciente de rabinos transgénero lideran en la creación de rituales nuevos e innovadores (como los que mencionamos) y en el cambio de la liturgia existente para reflejar un lenguaje más inclusivo.
Pero la cuestión, hay que decirlo, es mucho más complicada cuando se trata de las comunidades ortodoxas. La figura pública más conocida de esta comunidad es la educadora Yiscah Smith.
Las corrientes de la ortodoxia más abiertas a la inclusión de las personas trans se basan sobre todo en las opiniones del rabino Eliezer Waldenberg, un prominente experto en cuestiones de medicina y halajá que se desempeñó en el Hospital Shaare Zedek de Jerusalén.
En varias responsas (Tzitz Eliezer) Waldenberg opina que el cambio de género después de la operación es efectivo hasta el punto de que un hombre cambiado a una mujer ni siquiera necesita concederle a su esposa un divorcio (un problema halájico muy serio) ya ‘él’ ya no existe como hombre. Y, de hecho, parece implicar que esta nueva mujer podría casarse por lo tanto con un hombre.