Acaba de estrenarse “El espía”, la nueva serie de Netflix sobre Eli Cohen, el agente israelí que jugó un papel de importancia en la victoria israelí en la Guerra de los Seis Días. Aquí te contamos su historia…
Quienes peinan ya canas, seguramente habrán leído en su niñez o juventud la revista Selecciones del Reader’s Digest, y recordarán que siempre incluían al final un libro “resumido”. Muchas veces se trataba de obras que nunca fueron publicadas en español. Entre ellas se encontraban dos de título semejante: “El espía de la copa de champaña” y “Nuestro hombre en Damasco” En ambos casos, se trataba de espías israelíes infiltrados durante largo tiempo en las altas esferas de países árabes (Egipto en el primer caso, Siria en el segundo), y que tuvieron un rol fundamental en la fulminante victoria israelí durante la Guerra de los Seis Días.Allí se reflejaba un “arte” que el servicio secreto israelí llegó a dominar tanto como el de la Unión Soviética: “implantar” espías dentro de los países enemigos, en misiones de espionaje a largo plazo donde tenían que adoptar identidades falsas. Algo así como lo que refleja para el caso soviético la serie de TV “The Americans“, pero con la diferencia de que los israelíes generalmente permitían que sus agentes volvieran a casa de tanto en tato para visitar a sus familias. Ambos casos, tan increíbles que no se le ocurrirían a ningún guionista, reúnen todos los ingredientes para despertar el apetito de Netflix y similares, pero fue el de Eli Cohen, el “espía de Damasco”, el elegido (quizás por su final más trágico).
Recién estrenada, “El espía” tiene como protagonista a Sacha Baron Cohen, una elección que se justifica no solo por cierto físico con el verdadero Eli Cohen, sino también por haberse hecho famoso por personificar a Borat, ese periodista kazajo inventado que recorre los Estados Unidos haciendo que gente común saque a la luz pública lo peor que hay en ellos.
Una especie de “agente encubierto”, aunque corriendo mucho menos riesgos que Cohen, claro está.
La historia de Eli Cohen
Eli Cohen nació en 1924 en una familia judía de Alejandría, Egipto. Al igual que muchos judíos de los países árabes, su familia debió abandonar Egipto después del establecimiento del estado de Israel, por el creciente antisemitismo en su país.
Cohen se quedó para terminar su licenciatura en electrónica. Después de la crisis de Suez en 1956, el gobierno egipcio intensificó la persecución de los judíos y expulsó a muchos de ellos. En diciembre de ese año, Cohen se vio obligado a abandonar el país.
En 1957, Cohen fue reclutado por las Fuerzas de Defensa de Israel, y fue puesto en inteligencia militar, donde se convirtió en analista de contrainteligencia. Su trabajo lo aburría e intentó unirse al Mossad.
Cohen se enojó cuando fue rechazado, y renunció a la contrainteligencia militar. Durante los siguientes dos años, trabajó como secretario en una oficina de seguros de Tel Aviv.
En 1959, se casó con Nadia Majald, una inmigrante iraquí judía y hermana del autor Sami Michael. Tuvieron tres hijos, Sophie, Irit y Shai, y la familia se instaló en Bat Yam. En 1960, fue reclutado para unirse al Mossad para una misión especial en la debía personificar a un empresario sirio que regresaba al país después de haber vivido en Argentina. El objetivo era reunir información gracias a su proximidad con políticos y funcionarios militares sirios de alto rango. El Mossad recuerrió a Cohen después de que su Director General Meir Amit, descubriera su nombre mientras revisaba los archivos de candidatos rechazados de la agencia, después de que ninguno de los candidatos examinados le pareciera adecuado para el trabajo.
Durante dos semanas fue puesto bajo vigilancia y se lo consideró adecuado para reclutamiento y capacitación. Luego siguió un curso intensivo de seis meses en la escuela de entrenamiento del Mossad.
Cohen debió decirle a su esposa que estaba trabajando en el extranjero para el Ministerio de Defensa de Israel. Antes de la misión, Cohen tuvo que aprender a hablar árabe con acento sirio en lugar de su egipcio nativo.
Tomó el nombre de Kamel Amin Thaabet y se fue a vivir a Argentina por un período de tiempo, para hacerse un nombre dentro de la comunidad de origen sirio.
Mientras estuvo allí, se ganó la confianza de Amin al-Hafez, quien más tarde se convertiría en presidente de Siria.
En febrero de 1962, Cohen se mudó a Damasco. El Mossad había planeado cuidadosamente las tácticas que Cohen debía utilizar para relacionarse con políticos sirios de alto rango, oficiales militares, figuras públicas influyentes y los diplomáticos extranjeros. Cohen continuó su vida social como en Argentina, pasando tiempo en cafés escuchando chismes políticos. Rápidamente pudo infiltrarse en los niveles más altos de la sociedad siria, invitando a políticos y militares de alto rango a fiestas con abundante presencia de mujeres y alcohol.
Los invitados, ya borrachos, a menudo terminaban contando los secretos de su trabajo a Cohen, que estaba sobrio pero fingía estar tan borracho como ellos. Así se hizo íntimo de muchos de sus invitados, y terminó recibiendo informes militares clasificados y visitando bases militares secretas. También les prestaba su vivienda a sus “amigos” para que la usaran en sus encuentros con sus amantes, que incluían a secretarias del Ministerio de Defensa, azafatas de aerolíneas, actrices y cantantes. Cohen luego enviaba esa información a Israel usando un transmisor de radio oculto.
Regresó a casa con su familia solo unas pocas veces durante su misión. En su última visita, en 1964, le dijo a los oficiales de inteligencia que quería regresaba porque pensaba que el nuevo comandante de la inteligencia siria, Ahmed Su’edani, podía sospechar de él. Pero los oficiales de inteligencia israelíes lo convencieron de regresar por última vez. En enero de 1965, se intensificaron los esfuerzos sirios para encontrar al “topo” de alto nivel de cuya existencia sospechaban.
Utilizando equipos de rastreo de fabricación soviética y asistidos por expertos rusos, mantuvieron un período de silencio de radio esperando poder así identificar las transmisiones clandestinas.
De ese modo, el 24 de enero los servicios de seguridad sirios irrumpieron en el departamento de Cohen, donde fue atrapado en medio de una transmisión hacia Israel.
Fue declarado culpable en un juicio sumario y condenado a muerte. El 15 de mayo de 1965, Cohen escribió en su última carta a su familia:
… te ruego, mi querida Nadia, que no pierdas tu tiempo llorando por algo que ya pasó. ¡Enfócate en ti misma, esperando un futuro mejor!
Israel trató desesperadamente de lograr que se conmute la sentencia, pero a pesar de las solicitudes de clemencia de varios líderes mundiales y del Papa Pablo VI, Cohen fue ahorcado públicamente en mayo de ese año, en la plaza Marjeh en Damasco.
Sus restos aún no han sido devueltos, a pesar de las súplicas de su familia. Informes de inteligencia de principios de este año sugerían que una delegación rusa había retirado sus restos de Siria en un intento de llevarlos a Israel. El año pasado, una operación del Mossad logró recuperar en Siria el reloj de pulsera de Cohen, y devolvérselo a su familia.
Eli Cohen, héroe nacional
Se cree que la información proporcionada por Cohen fue crucial para la victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días de 1967.
Por ejemplo, en un viaje a los Altos del Golán, Cohen sugirió a un oficial del ejército sirio que plantaran árboles para dar sombra a las tropas estacionadas allí. Esos árboles ayudaron a Israel a identificar dónde estaban ubicadas las tropas sirias. Cohen tomó también conocimiento de un plan secreto de Siria para crear tres líneas sucesivas de bunkers y morteros en el Golán, Las Fuerzas de Defensa de Israel pensaban hasta ese momento que habría una sola línea de defensa. Cohen se ha convertido en un héroe nacional en Israel, y muchas calles y barrios llevan su nombre. Un monumento en su honor se ha erigido “Jardín de los Soldados Desaparecidos” en el Monte Herzl de Jerusalén. Aunque es imposible decir cuántas misiones de este tipo se llevaron a cabo, es seguro que alcanzaron su apogeo en la década de 1960, para luego comenzar a declinar. A medida que la tecnología se fue volviendo más sofisticada, se hizo cada vez más difícil para los espías adoptar nuevas identidades sin ser detectados. “El espía” no es la primera vez que la historia de Eli Cohen tienta a la TV.
La película para TV The Impossible Spy ya la contó en 1987, con producción de Harvey Chertok; dirección de Jim Goddard y actuaciones de John Shea, Eli Wallach y Sasson Gabai.