Española de origen judío, Oliva Sabuco descubrió en el siglo XVI el poder de las mascarillas o tapabocas para salvar vidas…
Sabuco es generalmente reconocida como la autora -con el nombre de Oliva Sabuco de Nantes Barrera- del libro “Nueva Filosofía de la Naturaleza del hombre no conocida y alcanzada de los grandes filósofos antiguos”, obra publicada en 1587 que dedicó a Felipe II y fue una verdadera revolución para su tiempo.
Mezcla de filosofía y medicina, escrita en parte en español y en parte en latín, la obra es pionera en más de un sentido.
Su descripción de la circulación de la sangre es especialmente brillante, y el capítulo llamado “Coloquio del conocimiento de sí mismo”, que trata sobre medicina y psicología, introduce conceptos precursores de la psicosomática y la musicoterapia, intuye la existencia de los neurotransmisores, y recomienda la higiene y el buen humor como métodos terapéuticos.
Y, en el capítulo XXXI dedicado al contagio y prevención de la peste, dice:
“La peste viene de dos maneras, o en el aire elemento, o en enfermedad contagiosa, que también se pega por el tacto aire […] Este mal entra por el olfato, o anhelito, o por los ojos […] Y también te aviso que será buen remedio tapar las narices al aire”.
Oliva Sabuco nació el 2 de diciembre de 1562 en Alcaraz, en la provincia de Albacete, en lo que había sido hasta hacía poco un área de frontera, en la que convivían las culturas cristiana, judía y musulmana, y en la que los judíos fueron sometidos a persecuciones y conversiones forzadas aún antes de la expulsión de España en 1492.
Persecuciones y discriminaciones que no terminaban con la conversión, sino que se extendieron a los descendientes de los conversos, constantemente expuestos a rendir examen de “linaje” y de “pureza de sangre”.
Es en ese contexto que se escribe la curiosa historia de la familia Sabuco.
El abuelo de Oliva, Miguel Sabuco “el Viejo”, tintorero de oficio y “cristiano viejo”, contraerá matrimonio con dos o tres mujeres de origen judío y apellido “contaminado de judaísmo” como Mari Barrera y Catalina Álvarez, cada una de las cuales tenía, por lo menos, dos abuelas asesinadas en la hoguera por la Inquisición.
Así se formó en torno a él una familia compuesta por tres hijos y al menos cuatro hijas de madres diferentes, que se llaman Sabuco y Barrera hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo XVI.
Uno de esos hijos fue el bachiller Miguel Sabuco, boticario y padre de Oliva.
Aunque no sabemos nada sobre las creencias profundas de la familia Sabuco, más allá de las ineludibles declaraciones de circunstancias y presentaciones para intentar demostrar la “pureza de linaje”, algo puede inferirse a partir del contenido de la “Nueva filosofía”, cuya abundancia de citas de la Biblia hebrea (el “Antiguo Testamento”) contrasta con la escasez de referencias al Nuevo Testamento y a figuras cristianas, más allá de las protocolares.
Este origen judío de la familia Sabuco ha sido bien establecido por los trabajos del historiador Aurelio Pretel Marín, publicados en diversas revistas académicas y en su libro de 2017 “Los judeos-conversos de Alcaraz entre los siglos XV y XVII”.
Lo que es, en cambio, objeto de interminables polémicas es la autoría de la “Nueva Filosofía de la Naturaleza”, desde que en 1903 un autor llamado Marco e Hidalgo afirmara haber descubierto el testamento de Miguel Sabuco, en el que declara ser el verdadero autor del libro.
La polémica parece lejos de estar zanjada pero, fuere como fuere, lo cierto es que debemos a los Sabuco una acertada descripción de los mecanismos de transmisión y métodos de prevención de las enfermedades infecciosas, que precedió en varias décadas a las famosas imágenes de los hombres con máscaras de pájaro.