En 1943, un equipo de ingeniosos médicos italianos inventó una enfermedad mortal y contagiosa llamada Síndrome K para proteger a los judíos de la aniquilación
Luego de la imposición de las leyes raciales en Italia, el hospital Fatebenefratelli de Roma permitió al médico judío Vittorio Emanuele Sacerdoti trabajar bajo documentos falsos.
Con la ocupación nazi de Italia en septiembre de 1943 y la imposición de leyes antisemitas contra los judíos romanos, Sacerdoti, con la aprobación de las autoridades del hospital, llevó pacientes del hospital judío para ser atendidos en Fatebenefratelli.
Durante la redada nazi del ghetto judío en Roma el 16 de octubre de 1943, muchos fugitivos se escondieron en el hospital de 450 años de antigüedad.
Allí, los médicos antifascistas Adriano Ossicini, Vittorio Sacerdoti y Giovanni Borromeo, idearon una espantosa (e imaginaria) enfermedad, Il Morbo di K (sindrome K)
El Síndrome K se anotó en los documentos de los “pacientes” para indicar que no estaban enfermos sino que eran judíos que necesitaban protección.
La “K” es por Albert Kesselring y Herbert Kappler, dos despiadados comandantes nazis.
Oficialmente, se informó que el “síndrome K” era un trastorno neurológico, que incluía convulsiones, demencia, parálisis y, en última instancia, muerte por asfixia.
Los médicos instruyeron a los “pacientes” para que tosieran en voz alta y en forma constante (para asemejarse a la tuberculosis), y le dijeron a los nazis que la enfermedad era extremadamente peligrosa, desfigurante y muy contagiosa.
A los niños, los médicos les enseñaron cómo toser con la violencia suficiente para evitar cualquier inspección que un nazi curioso quisiera llevar a cabo.
Los nazis se alarmaron tanto por la lista de síntomas y la tos incesante que se marcharon sin inspeccionar a los pacientes.
“[Los] nazis pensaron que era cáncer o tuberculosis, y huyeron como conejos“, dijo el Dr. Sacerdoti a la BBC en 2004. Sacerdoti pudo salvar con esta enfermedad inventada a su prima de 10 años. Luciana Sacerdoti.
Se estima que varias docenas de personas fueron salvadas por este brillante plan.
Cuando la acción de los médicos fue finalmente revelada más de medio siglo después, Borromeo fue reconocido como “Justo entre las Naciones” por Yad Vashem, y el Hospital Fatebenefratelli fue declarado “Casa de la Vida” por la Fundación Internacional Raoul Wallenberg.