El 16 de noviembre de 1979, fallece la educadora y activista humanitaria israelí Rachel Yanait Ben-Zvi, una de las fundadoras de la organización de autodefensa judía Hashomer
En esta fecha de 1979, fallece Rajel Yanait Ben-Zvi, autora, educadora y destacada dirigente laborista israelí.
A lo largo de su vida, su principal prioridad fue la inmigración a Eretz Israel. Ben-Zvi estaba especialmente preocupada por la inmigración de las mujeres jóvenes, así como por su formación.
Al contrario que la mayoría de los dirigentes de su generación, Ben-Zvi dio gran importancia a la inmigración de los judíos de origen árabe al “Estado en formación”, y cuanto antes, mejor.
Fueron los eventos del Farhud, la horrible masacre de inspiración nazi en Bagdad el 1 de junio de 1941 -en la que 179 miembros de la comunidad judía fueron asesinados -, los que la convencieron de que el tiempo se estaba acabando para los judíos del mundo árabe.
Dado que el acceso a Bagdad era prácticamente imposible, tuvo la idea de ayudar a la inmigración de mujeres jóvenes de los países árabes vecinos: Líbano y Siria.
Ben-Zvi se reunió con Henrietta Szold, la coordinadora de la “Aliá juvenil”, habló con jóvenes que habían emigrado por su cuenta desde Siria, y se prometió traer tantas jóvenes como fuera y formarlas en agricultura.
Szold le proporcionó cincuenta certificados de inmigración (emitidos por los británicos) para la misión, todo con la preocupación de que si el número de inmigrantes era demasiado alto, los británicos les negarían la entrada al Mandato.
Desde Jerusalén, Ben-Zvi se dirigió a Beirut, confiando en las conexiones que había formado con los líderes de la comunidad de Beirut durante su visita a la Palestina del Mandato, y pronto se reunió con su líder, Joseph Farhi. Muchos se opusieron al viaje, argumentando que “en los hogares judíos de esos países no se les permite a las jóvenes salir de casa”, por lo que no sería capaz de persuadir a las familias a que les permitieran emigrar.
A pesar de la ayuda que recibió de los activistas del Hejalutz la organización clandestina de liberación judía- local, la tarea de convencer a las familias resultó todo un desafío: el padre había en muchos casos emigrado a América Latina y las madres esperaban hacer pronto lo mismo junto con sus hijos.
Rajel Be-Zvi lo contó así: “las madres escucharon que me dirigía a adolescentes de 13 y 14 años y se preocuparon por su futuro, porque casan a sus hijas a los 16 o 17 años. Las tranquilicé explicándoles que no tendrían impedimentos para ser aceptadas, casarse, criar familias y traer a sus familias de Beirut a Israel“.
Esa era exactamente la respuesta que las preocupadas familias querían escuchar.
Desde el momento en que llegó a Damasco, Ben-Zvi se sintió impresionada por la vibrante actividad sionista en la capital siria, que fácilmente eclipsada a la organización clandestina de Beirut, relativamente inactiva.
Estaba impresionada por el fuerte deseo de la juventud judía de emigrar a Israel, incluso al precio de amargas discusiones con sus padres.
El entusiasmo y la urgencia expresadas por la representante de la Aliá Juvenil alarmaron a los activistas que la acompañaban: le exigieron abstenerse de hablar hebreo incluso dentro del gueto judío.
Solo en la casa del líder de la comunidad se le permitió hablar libremente. Se dirigió a los dirigentes judíos en hebreo y francés y le complació ver que “la idea de llevar estudiantes para que se capaciten en granjas educativas fue aceptada de buen grado“.
Después de Damasco, Ben-Zvi se trasladó a Alepo en noviembre de 1943. Se sorprendió al ver que la escuela de niñas: estaba junto a un burdel sirio frecuentado por soldados durante todo el día. Por ello le dijo acaloradamente al director de la escuela: “todo el barrio es un símbolo de la desposesión diaspórica”.
Ben-Zvi animó a los niños y adultos que conoció en Alepo a emigrar a Israel ilegalmente, ya que solo tenía permisos suficientes para cincuenta niñas. Fue el mismo mensaje que dio en Beirut y Damasco.
De Alepo, Ben-Zvi regresó a Beirut, donde, con el apoyo de Farhi, reunió a las chicas de las tres ciudades. En la Palestina del Mandato, se asentaron en Ayanot, Petaj Tikva y Nahalat Yehuda.
No pasaría mucho tiempo antes de que muchas de las jóvenes se conviertan ellas mismas en profesoras de hebreo y activistas de la inmigración, regresando a sus comunidades para ayudar a sus familias a emigrar a Israel.