El 7 de Abril de 1994, Czeslaw Mordowicz y Arnost Rosin comienzan su escape de Auschwitz-Birkenau y se transforman en parte del puñado que lo logró
Czesław Mordowicz de Polonia y Arnost Rosin de Eslovaquia comienzan su escape de Auschwitz-Birkenau en esta fecha en 1944:
Fueron dos de los únicos ochenta prisioneros de todas las nacionalidades que tuvieron éxito en escapar del campo de concentración y exterminio durante toda su existencia.
Después de lograr llegar a Eslovaquia el 6 de junio, coincidiendo con el “día D”, informaron en secreto al clandestino “Consejo Judío de Eslovaquia” sobre los primeros diez días de transportes de judíos húngaros de los que habían sido testigos. La de Hungría fue la última gran comunidad judía en ser destruida por los nazis.
Rosin había estado en las mismas barracas que Alfred Wetzler, que había escapado junto con Rudolf Vrba el 7 de abril. Rosin fue luego torturado y enviado a trabajos forzados en un banco de grava, donde conoció a Mordowicz.
“La la gravera fue una pesadilla“, escribe Allan J. Levine en “Cautiverio, escape y supervivencia en la Segunda Guerra Mundial“, pero ambos “encontraron un ‘bunker’ – una hendidura corta y estrecha al costado del hoyo.
Había sido rellenado con piedras luego de que fuera utilizado por otros prisioneros para escapar. Lo vaciaron y, el 27 de mayo, se escondieron en él. Después de esperar tres días, salieron del ‘búnker’, a pesar de un derrumbe, y atravesaron la línea de guardia exterior”, y atravesaron a nado el río Sola.
Su informe, como el de Wetzler y Vrba, salió a la luz y llegó al Congreso Judío Mundial, el Vaticano, y los gobiernos y medios de comunicación británicos y de los EE. UU.
Hungría dejaría de deportara los judíos a Auschwitz en julio, bajo amenaza de bombardeo aliado a Budapest; pero ello no impidió el exterminio de 400,000 judíos húngaros.
Meses después de su fuga, “Mordowicz tuvo la desgracia de ser descubierto; fue transportado a Auschwitz con un nombre diferente pero ocultó con éxito su identidad anterior y así pudo escapar de la muerte nuevamente”
– John S. Conway