La pequeña fortaleza de Theresienstadt, en República Checa, fue escenario de una sobrecogedora historia durante la Segunda Guerra Mundial…
La Pequeña Fortaleza de Terezin fue construida a finales del siglo XVIII como parte de una fortificación mayor cerca de la confluencia de los ríos Elba y Ohre.
Recibió ese nombre en homenaje a la emperatriz María Teresa. Casi desde sus inicios, la Pequeña Fortaleza fue utilizada como prisión, a la cual fueron enviados, además de soldados, muchos combatientes de las batallas de liberación nacional en Europa Central y Sudoriental.
Entre los prisioneros se encontraba el líder del levantamiento anti-turco en Grecia, A. Ypsilanti, así como rebeldes húngaros y praguenses del año 1848.
Durante la Primera Guerra Mundial fueron encarcelados aquí los asesinos de Francisco Ferdinand del Este y participantes en la rebelión de Rumburk.
Cuando en marzo de 1939 Bohemia y Moravia fue ocupada por las tropas nazis y las prisiones existentes fueron llenándose como consecuencia del terror nazi, la Pequeña Fortaleza fue transformada en una cárcel de la Gestapo de Praga, en 1940.
Los primeros prisioneros fueron trasladados al lugar ese mismo año, el 14 de junio, y durante la Segunda Guerra Mundial pasaron por la Pequeña Fortaleza unos 32 mil prisioneros, de los cuales 5 mil eran mujeres.
Se trató principalmente de checos, sin embargo, con el tiempo fueron recluidos ciudadanos de varias nacionalidades: ciudadanos de la entonces Unión Soviética, polacos, alemanes y yugoslavos.
En el año 1945 fueron encarcelados prisioneros de guerra británicos, soviéticos y franceses, así como un grupo de rehenes franceses, etc.
El destino de los prisioneros judíos fue particularmente difícil. La mayoría fueron recluidos a causa de las mas diversas formas de protesta contra el régimen nazi.
Aquí fueron encarcelados miembros de todo el espectro que representaba a los diversos movimientos de resistencia.
Entre ellos, La Defensa de la Nación, El Comité de Petición “Nos mantendremos fieles”, el Partido Comunista, la Organización Sokol, los bomberos, los ferrocarrileros y una serie de agrupaciones locales.
Para muchos, la Pequeña Fortaleza fue solo una estación de tránsito en su camino hacia los tribunales nazis, prisiones, penitenciarías y campos de concentración, donde perecieron unas 5500 personas.
Solo en Terezin perdieron la vida unas 2600 personas a causa de las pésimas condiciones de la prisión, enfermedades y torturas de parte de sus carceleros.
A finales de la guerra se expandió en las saturadas cárceles nazis una epidemia de fiebre tifoidea. Los altos mandos nazis nada hicieron para detenerla.
Cuando estos escaparon, el 5 de mayo de 1945, médicos y enfermeras de Praga y Roudnice nad Labem iniciaron una intensa campaña de ayuda humanitaria, asistidos por la ciudadanía local.
El 8 de mayo arribaron a Terezin los primeros vehículos del Ejército soviético y la intervención de sus unidades sanitarias fue decisiva para acabar con la epidemia.
La repatriación de los antiguos prisioneros se prolongó hasta agosto de 1945.
Entre 1945 y 1948 la Pequeña Fortaleza sirvió como centro de detención de alemanes extraditados de la antigua Checoslovaquia.
En las inmediaciones de la Pequeña fue establecido en septiembre de 1945 el Cementerio Nacional, adonde fueron trasladados y sepultados los restos mortales de unas 100 mil victimas que perecieron en la cárcel policial de la Gestapo, en la Pequeña Fortaleza, así como en el gueto judío de la ciudad de Terezin y en el campo de
concentración de Litomérice.
Por iniciativa de los ex prisioneros y los familiares de las víctimas, el Gobierno de Checoslovaquia decidió establecer en 1947 el Monumento de Terezin, cuyo fin es recordar las desastrosas consecuencias de la privación de la libertad, la democracia y los derechos humanos.
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