Es lo que se pregunta en su último libro la profesora Joan Taylor, en el que examina las ropas, el tono de piel y el cabello de Jesús a la luz de las evidencias históricas y arqueológicas…
La representación artística de Jesús ha sido a lo largo de los siglos bastante uniforme: cabello largo, túnicas largas, postura aplomada.
Pero, se pregunta la profesora Taylor ¿qué tan probable es que el hombre rubio y de piel clara representada en el arte religioso se pareciera a un judío que habitaba la Judea bajo dominio romano del primer siglo de nuestra era?
Eso es lo que trata de responder en su nuevo libro “¿Cómo era Jesús?” la profesora de Orígenes cristianos y Judaísmo del Segundo Templo en el King’s College de Londres.
Básicamente, argumenta que esta imagen de Jesús tergiversa la historia y se parece más a la de un dios greco-romanos. Esa imagen encajaba con la forma bizantina tardía de pensar acerca de Jesús, la manera medieval de pensar acerca de Jesús, y la manera europea de pensar acerca de Jesús.
El Jesús de la vida real, dice ella, probablemente tenía el pelo corto, la barba recortada y la vestimenta humilde de los judíos de su tiempo y lugar, que incluía el manto judío, o talit, con los flecos – tzitzit – ordenados en la Torá.
Ella describe a Jesús como físicamente normal (aunque otros estudiosos piensan que debía tener buena musculatura), con aspecto y estatura promedio, y características que, como judío del siglo I en Judea, serían más similares al paralelo más cercano de su grupo étnico en el siglo XXI: los judíos iraquíes contemporáneos.
Para llegar a esta conclusión, no se basa solo en simple especulación y sentido común básico, sino que recurre a la evidencia arqueológica: esqueletos y ropa del período, pues los Evangelios no incluyen ninguna descripción del aspecto físico de Jesús.
De acuerdo con los biohistoriadores, los judíos de la época del Segundo Templo tenían mucho en común con los judíos del área del actual Irak, cuyo tipo esquelético es más cercano que el de otras comunidades de la diáspora judía a los que se encuentran en las tumbas de la época.
Reuniendo las piezas, Taylor, piensa que Jesús medía alrededor de 1,65 m., con piel aceitunada, pelo castaño oscuro y ojos marrones, que es bastante probable que su cabello fuera corto y que usaba algún tipo de barba (aunque no larga).
Posiblemente usaba dos mantos, uno externo y por debajo un talit con tzitzit, y sandalias.