Hoy en día, existen claramente dos maneras bien diferenciadas de observar el shabat…
Por un lado, la de los judíos ortodoxos y ultraortodoxos. Por el otro, la del resto de los judíos, tan diversa como diversa es la vida espiritual de quienes no se identifican con la ortodoxia religiosa judía.
En un extremo se encuentra la observancia ortodoxa del shabat, que siguen una amplia gama de reglas en cuanto a lo que pueden y no pueden hacer.
Pasan todo el viernes cocinando y limpiando, preparándose para el shabat en el que no usarán electricidad, la televisión, el celular ni la computadora, y no gastarán dinero ni realizarán ninguna actividad comercial.
En el otro extremo, se encuentran quienes piensan que el shabat se trata también de desconectar, pero aunando el gozo de la vida, de las actividades que nos dan placer pero que no están a nuestro alcance durante el resto de la semana. La observancia del shabat, entonces, recorre toda la amplia gama que se encuentra entre ambos polos.
Los judíos ortodoxos basan su observancia del shabat en la Halajá, la ley judía tradicional. Las leyes concernientes al shabat se establecieron en la Mishná, una parte del Talmud.
¿Qué es “trabajo”?
Básicamente, los rabinos de la mishná trataron de definir qué constituye “trabajo”.
En varios lugares en la Biblia, se nos dice que debemos observar el shabat como día de reposo porque Dios descansó el séptimo día después de crear el mundo.
Pero la Biblia no detalla con precisión qué significa “descanso” ni”trabajo”.
Para sortear esa dificultad, los rabinos de la Mishná tomaron como referencia las tareas que se necesitaron para construir el Tabernáculo que los israelitas llevaron consigo durante su travesía por el desierto de Egipto a Canaán.
Así establecieron treinta y nueve categorías de “trabajo”, lo que ellos llamaron “melaleha” (las tareas que constituyen una transgresión si se realizan en shabat).
Esas categorías incluyen, por ejemplo, plantar, rasgar, juntar dos letras, construir y mezclar. La mayoría de las actividades de la lista son agrícolas, reflejos de la sociedad campesina vivían los rabinos del Talmud.
El shabat tradicional de los judíos observantes es bastante riguroso, pues se atiene a las categorías de trabajo prohibido (y actividades relacionadas con ellas que se fueron agregando con el correr del tiempo).
No se permite conducir ni llevar nada fuera del espacio privado.
Eso significa en principio el hogar, pero luego se permitió que el espacio privado se expandiera artificialmente extendiendo un cable llamado “eruv” alrededor del área -de manera similar a la forma en que se tienden las líneas eléctricas están tendidas-, para expandir el área en la que una persona podría transportar objetos fuera de la casa.
El shabat es un momento de “desenchufe” total: no se permite usar el teléfono, Internet o ver TV. No se puede cocinar, escribir una carta o cultivar un huerto.
Si bien la lista parece abrumadora, el objetivo es simplemente asegurarse de que pongamos distancia con cualquier actividad que pudiera potencialmente ser un “trabajo”
o conducirnos a él.
Por lo tanto, ni siquiera se pueden tocar ciertos elementos, incluso si no tenemos la intención inicial de utilizarlos.
Creando un espacio sagrado
Aunque parezcan muy gravosas, estas restricciones son únicamente un intento de ayudar a crear un espacio sagrado, manteniéndonos por fuera de lo ordinario, lo cotidiano, y elevándonos a un nivel sagrado y espiritual más elevado.
Limitando lo que está permitido hacer, las restricciones tradicionales de shabat nos obligan a renunciar a la ilusión de “control” sobre nuestra vida.
En cambio, nos limitamos a los elementos esenciales de la vida, reuniéndonos con los demás para comer, hablar y celebrar el solo hecho de estar vivos.
Si no podemos salir corriendo a la tienda o a trabajar un poco más, podemos crear un espacio sagrado en nuestras vidas, en el que hacer un alto para detenernos en una conversación o para intimar -física y espiritualmente- con nuestra pareja. Así podemos entrar en lo que Abraham Joshua Heschel -uno de los grandes rabinos del siglo XX- llama un “santuario del tiempo”.
Este es un período en el que dejamos de intentar cambiar el mundo (una parte importante de la vida ética judía) y simplemente intentamos estar en armonía con él.
Pero la mayoría de los judíos no ortodoxos no cree que se necesiten reglas estrictas para experimentar el sábado. Para ellos, observar el shabat es mucho más sencillo.
Y seguramente no sea una actitud moderna, pues ya dijeron los rabinos del Midrash (“reversiones” de la Biblia que expanden sus horizontes mediante nuevos relatos e historias que tienen como protagonistas a personajes y hechos bíblicos) que “el shabat fue dado solo para el placer”.
Por un lado, entonces, quienes piensan que el shabat se trata sobre todo de traer gozo a nuestras vidas sin reglas específicas.
Y, por el otro, quienes creen que el shabat es una manera de “separar” un día de la semana para descansar del mundo en forma completa. Algo que solo sería posible mediante un conjunto preciso de pautas.
Entre ambos, se ubican la mayoría de los judíos (de los judíos que le dan alguna importancia al shabat, claro está). quienes tratan de realizar actividades que les dan placer y los confortan, reconociendo al mismo tiempo que retirarse una vez por semana de las actividades cotidiana nos da libertad para experimentar la paz interior de manera más profunda.
¿Cómo lo logran? Adoptando un conjunto de reglas singular para cada quien, pero que en general consta de dos partes: apartarse del dinero (ni ganarlo ni gastarlo) y mantenerse 100% offline.
Anterior: ¿Qué es el shabat?
Siguiente: El shabat como revolución permanente