Hay dos ideas profundas en la base de Rosh Hashaná, y son estas:
La primera es que reconocemos con humildad que Dios es quien tiene el poder de decretar la vida y la muerte. La segunda es que estamos destinados a alejarnos de las cosas que son destructivas y dañinas, y a retornar a Dios.
Estos dos aspectos de Rosh Hashaná están mejor iluminados por lo que decía un rabino del siglo XIX, Yehuda Leib Alter de Ger: el corazón humano es la tablilla sobre la que Dios escribe. Cada uno de nosotros tiene la palabra vida grabada en nuestros corazones por las propias manos de Dios.
Durante el transcurso del año, esa inscripción se va cubriendo de polvo, de grava, de suciedad.
Nuestros pecados, nuestro descuido de la oración y el estudio, el mismo ritmo al que vivimos, todo conspira para borrar la palabra vida que está escrita en lo profundo de nuestros corazones
En Rosh Hashaná nos presentamos ante Dios, habiéndonos purificado lo mejor que hemos podido, para rogar a Dios que escriba nuevamente la palabra vida en nuestros corazones.
El libro de la Vida y de la Muerte
Una de las imágenes centrales de este periodo es la de Dios como autor de dos libros: el libro de la vida y el libro de la muerte.
Aquellos que han actuado rectamente en el año anterior tendrán sus nombres inscritos en el libro de la vida y vivirán otro año; aquellos que han hecho el mal tendrán su nombre inscrito en el libro de la muerte.
El Talmud dice que aquellos que son completamente justos son ingresados en el libro de la vida antes de Rosh Hashaná, igual que aquellos que son completamente pecadores son inscritos en el libro de la muerte.
Pero la mayoría de nosotros, somos “beionim” (una palabra hebrea que significa “entre el totalmente justo absoluto y el totalmente pecador), y no estamos inscritos en ningún libro antes de que comience Rosh Hashaná.
Nuestro juicio está suspendido hasta Iom Kippur; es entonces que será Dios dictará su veredicto.
El período que media entre Rosh Hashaná y Iom Kipur es el tiempo que tenemos para lograr que Dios inscriba nuestro nombre en el libro de la vida para el próximo año, y ello a través de nuestras acciones.
Tenemos tres formas de hacerlo: oración, arrepentimiento y tzedaká (actos de solidaridad, de justo desprendimiento).
Todo este conjunto de poderosos símbolos y creencias es el que conforma el núcleo de la plegaria esencial de las Altas Fiestas, llamada Unetane Tokef (literalmente, “proclamemos”), en la que sobresale la imagen de Dios como el autor de la vida y la muerte:
Esta plegaria es también la inspiración de una de las más conocidas canciones de Leonard Cohen, “Who by Fire”.
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