El 19 de marzo se celebra el Día del Padre en España, Bolivia, y Honduras. Ya que está fecha ha sido elegida en honor a un padre judío (San José), valgan estas reflexiones sobre el Día del Padre en la tradición judía a la que San José pertenecía.
Una historia bíblica del día del padre
Los Diez Mandamientos nos enseñan a honrar a nuestros padres y madres en el quinto mandamiento, que se encuentra en Éxodo 20:12 y se repite en Deuteronomio 5:16. Y quizás menos famoso, pero no menos poderosamente, Levítico 19:3 declara: “Cada uno venerará a su madre y a su padre, y guardarán mis sábados; Yo soy el Señor tu Dios “.
Curiosamente, el mandamiento de honrar al padre y a la madre está del lado de las Tablas de la Ley que tratan con las obligaciones entre el hombre y Dios. Esto se debe a que nuestros padres son nuestra puerta de entrada a Dios. Son ellos quienes nos enseñan sobre Dios y la Torá.
La redacción completa del mandamiento es: “Honra a tu padre y a tu madre, porque tus días serán largos en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Exodo, 20:12). No muchos mandamientos vienen con una recompensa claramente establecida.
Según la interpretación judía tradicional, esto significa honrarlos no solo en un día en particular, sino todos los días.
¿Significa esto que el día del padre es una celebración innecesaria?
El Día del Padre presenta la oportunidad de re-conectar con ese mandamiento que debería ser cotidiano, y al mismo tiempo con nuestros padres.
Nuestra relación con esos mandamientos, como nuestra relación con nuestros padres, puede convertirse en una rutina hueca que no produce ningún cambio en nuestros lazos emocionales ni en nuestro comportamiento.
Ahí es donde entra el Día del Padre: los días especiales como este, rompen la rutina, sacuden la normalidad cotidiana y nos exigen una renovada atención.
No importa la “teoría”: si es un día comercial o no, o si todos los días deberían ser el día del padre. Para la mayoría de nosotros es una maravillosa oportunidad para renovar uno de los vínculos más importantes en nuestra vida.
Sin duda, una cena o un regalo no pueden sustituir a una relación duradera y continua, definida por amor, honor y respeto. Por otro lado, es sorprendente cómo un simple gesto puede revivir -o hasta hacer renacer- nuestros vínculos.
Tal vez por eso, según los sabios del Talmud (Kiddushin 31), el honrar a nuestros padres es algo que pone en juego en docenas de “pequeñas” y cotidianas acciones y gestos.
Todo comienza por algún lado, ¿por qué no este día del padre? Levanta el teléfono, hazle un regalo, prepara la comida o haz cualquiera de las muchas cosas que pueden ser parte de la relación ideal los 365 días del año, pero que serán especialmente remarcadas este día.
Quizás la mejor manera de pensar en el Día del Padre es como un “Rosh HaShanah”, un año nuevo en la relación con nuestros padres: una oportunidad para vivir durante al menos un día cómo podrían ser de diferentes las cosas, especialmente si ese día es el primero de un año diferente en nuestro vínculo.
¡Iom ha-Ab Sameaj (Feliz día del padre)!
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