Para decirlo en pocas palabras: ¿dónde estaba Dios en la historia de Purim?
Purim ocupa, como dijimos, un lugar muy inusual en la vida judía: sus rituales son cosas que los judíos normalmente no hacen el resto del año, pero que se alientan en Purim.
Algunos pensadores judíos han visto en las “frivolidades” de Purim una pista de un significado más profundo. Para entender esto, hay que revisitar la propia historia de Purim.
En ella, hay un importante personaje que falta. Esther y Mordejai salvan al pueblo judío de Haman. Tenemos, entonces, al héroe, a la heroína y al villano arquetípicos, pero falta el personaje más importante, el que por lo general tiene mucho que decir en la Biblia.
A Dios no se lo menciona en absoluto en el libro de Esther, salvo una alusión cuando Mordejai dice que el rescate y la liberación vendrán a los judíos de un lugar diferente si Esther decide no ayudar (Esther 4:14).
Pero aparte de esta frase, el nombre de Dios no se menciona ni una vez. Es interesante notar que pese a ello el la tradición judía considera a Purim la historia de una redención milagrosa, en la que es el pueblo judío el que provoca la redención por sí mismos.
Pero los comentaristas judíos ven esta historia no como una celebración de poder humano, sino más bien como un ejemplo de las formas sutiles en que Dios actúa a través de los seres humanos.
La tradición judía ve a Dios creando el milagro de Purim a través de la intervención de Esther, incluso aunque sea mencionado: así como la gente usa máscaras en Purim para parecerse a otra persona, así también, tal vez, Dios usa una máscara.
La extraña ligereza y “frivolidad” de Purim sería, entonces, una indicación de como debemos buscar Dios incluso en lugares donde no es evidente.
Entonces, siguiendo esta lógica:
– Dios está, aunque no se lo nombre.
– Dios actúa, aunque nadie se entere.
– Dios nos habla, aunque no lo escuchemos.
– Dios sabe, aunque nosotros no sepamos ni creamos.
– Dios no opera milagros (maravillosos y publicitados) a diario, sino que espera a que nosotros hagamos nuestros pequeños milagros (en Purim, fue el arrepentimiento, la vuelta a Dios).
Nada es lo que aparenta, debemos más allá de la superficie para hallar la esencia de las cosas. Esa sería una de las razones por las que Purim sea conocida por los disfraces y las caretas: cosas que parecen ser, pero que no son más que coberturas.