¿Cómo se celebra Tu Bishvat, desde la antigüedad hasta hoy en día, desde los cabalistas hasta el sionismo socialista moderno?
Para mayor solemnidad los cabalistas establecieron la cena tradicional de Tú Bishvat: Se celebra el “Seder de Tu Bishvat” con participación de toda la comunidad.
Las mesas se cubren con blancos manteles y sobre ellos las mejores frutas, vino blanco y tinto. El vino claro simboliza el sopor de la Naturaleza durante la estación que comienza el quince de Av, el vino rojo anuncia el despertar de la flora y el crecimiento de las plantas, en “Tu Bishvat”.
Se leen trece versículos de las Sagradas Escrituras que se refieren a los diversos productores agrícolas. Se repasan en el Talmud los capítulos que tratan de semillas y trasplantes, y en el Libro del Zóhar los párrafos referentes a plantas o frutas.
Quien preside la celebración, por lo general un anciano o un rabino, cierra la parte dedicada al estudio de la agricultura con una oración especial.
“Hágase Tu voluntad, Señor nuestro y de nuestros antepasados, que por fuerza y virtud de estos frutos que bendecimos y comemos . . . se llenen los árboles con la fuerza de su magnífica abundancia y que vuelvan otra vez a brotar y a crecer desde el principio hasta el fin del año para bondad y bendición y para la paz y el bienestar”.
Se sirve la primera de las cuatro copas: con vino blanco.
Los convidados se sirven trigo cocido, o en forma de galleta o torta, aceitunas y dátiles. Se beberá esa copa con regocijo al tiempo que se alaban las cualidades de los frutos indicados.
Se sirve la segunda de las cuatro copas: vino blanco mezclado con un poco de vino tinto; se acompaña con higos, granadas, frutas cítricas y manzanas y nuevamente se ensalzan las cualidades de esas frutas con pruebas y ejemplos de la Torá, del Talmud y del Zóhar y se termina de beber la segunda copa con entusiasmo y buen talante.
La tercera de las cuatro será de vino blanco y tinto por partes iguales: los convidados comen nueces, almendras, peras, algarrobos y castañas al tiempo que repasan los capítulos de las Escrituras que tratan de estos frutos.
Finalmente la cuarta copa de vino tinto, con muy poco vino blanco, significa que el rojo venció al blanco, o sea la primavera al invierno y que su reinado se va acercando: se sirven cerezas, membrillos, frambuesas, maníes y de postre altramuces (también llamada lupino, una leguminosa de muy alto contenido proteico).
De nuevo leerán las referencias a estos frutos, en las Escrituras, destacarán sus cualidades y cantando terminarán de beber la última copa.
A continuación se dará comienzo a las danzas y los más fervientes saldrán al vergel y encarando a cada árbol lo bendecirán deseándole un feliz y fructífero año pleno de frescura y fertilidad.
Tu Bishvat en Sefarad
Este ceremonial del “Séder de Tú Bishvat” no se difundió por toda la diáspora, a pesar de que está descrito en un libro especial: “El fruto del cidro”, numerosas veces reeditado. En cambio la costumbre de comer fruta en ese día se extendió rápidamente en todos los países donde vivían comunidades judías.
Al principio la observaban los sefardíes de los países del Mediterráneo, en cuyas comarcas, de clima parecido al de Eretz Israel, la fruta era abundante y de especie semejante.
En las comunidades sefaradíes se acostumbraba también a distribuir entre los pobres el “don de los frutos”, de modo semejante al “don del trigo” de vísperas de Pésaj. a fin de que los más humildes tuvieran fruta para la fiesta.
En algunas ciudades, entre ellas Esmirna, se acostumbraba organizar comidas familiares; se daba: a la mujer uvas y pasas, de acuerdo con el versículo “tu mujer cual vid fructífera será”; a los hijos aceitunas, según lo dicho: “tus hijos, cual olivos alrededor de tu mesa”, y a las hijas, nueces, para indicar que como en la nuez no es la cáscara lo que importa sino su contenido.
Los niños más pequeños recibían manzanas.
Tu Bishvat en Ashkenaz
Estas costumbres pasaron luego a los judíos askenazíes de la Europa Oriental donde la fruta escasea en invierno. Por esta razón allí se acostumbraba convidar en Tu Bishvat con frutas secas provenientes de Eretz Israel, tales como algarroba, higos, dátiles, almendras y nueces.
Los niños de la escuela organizaban un banquete de frutas de Eretz Israel al que llamaban el de las “frutas del quince” y en esa oportunidad el rabí les contaba leyendas de Tierra Santa.
Israel: el Año nuevo de las plantaciones
Cuando el pueblo de Israel retornó a su patria, renovó su pacto con la tierra y destacó la importancia de Tu Bishvat. Así fue como ‘se extendió la nueva costumbre y echó profundas raíces en la tradición de los que regresaban a Sión: salir el día quince de Shvat a plantar y trasplantar.
Parece que los primeros en introducir esa costumbre fueron los pioneos de “Isud Hamaalé” que plantaron en Tu Bishvat de 5644 (1884) alrededor de mil quinientos árboles, entre ellos setecientos cedros y unos cien granados.
Desde entonces algunas barriadas nuevas judías solían plantar en ese día árboles frutales y de adorno al lado de las casas o a lo largo de las avenidas de acceso.
En el año 5668 (1908) declara el Sindicato de Maestros Hebreos que en adelante ese día será feriado para los niños de las escuelas y se consagrarâ a plantaciones.
En la actualidad no hay escuela o comunidad que en Tu Bishvat no plante árboles en un pequeño bosque, en los paseos públicos o en las avenidas.
Por todas estas razones el quince de Shvat se celebra como la fiesta de las plantaciones, fiesta que se renueva con brío en la vida agrícola judía contemporánea.
El despertar de los animales
En Tu Bishvat no se trata solo de árboles, pues también el momento en que los animales comienzan a salir de su letargo.
El despertar de la fauna en este mes, comienza con las ranas y sus especies. Los sapos, que a través del año entero casi no se hicieron sentir durante el día y sí en las noches de rocío, abandonan la vida terrestre por la vida acuática, entran en los charcos de agua formados por el exceso de lluvias.
A fines del mes termina la estación del desove; hilos de baba transparente, de varios metros de largo, se desprenden del cuerpo recargado de la hembra, y se enrollan alrededor de una piedra o de los cardos próximos a los estanques; después del desove termina la vida en parejas: el macho se separa y la hembra abandona el agua volviendo a su escondrijo entre’ las grietas de las rocas y las cuevas, en busca de los lugares húmedos.
Los estanques, los lagos, los huevos, y todas las fuentes de agua se llenan de vida y movimiento. Mientras se hallan en el agua, los renacuajos emiten un sonido que los campesinos llaman “el croar del verano”, anuncio de la estación que se aproxima.
La serpiente y la tortuga no se apresuran en aparecer: sólo algunas lagartijas tratan de salir a tomar sol, a la hora del mediodía. Los pájaros, en cambio, son más diligentes: los cantores como el abejaruco, el verderón, la golondrina y el jilguero pichón renuevan sus cantos, y el pequeño prinia gracilis comienza a construir su nido.
Asimismo, despiertan de su letargo las abejas y diversos tipos de moscas y de mariposas.
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