No solo nuestro placard está lleno de cosas que no necesitamos: también nuestras vidas. ¿Estaremos necesitando de Marie Kondo para despejar nuestra espiritualidad? La Kabbalah tiene una respuesta…
La pregunta es ¿para qué necesitamos todas esos “restos” de momentos ya pasados? ¿Por qué es realmente que guardamos la foto del/la ex de hace 10 años, por qué es tan importante para nosotr@s conservar esas cartas de amor de hace 15 años?
Paso 1: Excluye lo que sea posible y necesario, aunque duela
En la primera etapa, habrá que vérselas con los “restos”: aquello que desde hace tiempo ya no es parte de nuestras vidas, pero que (por algún motivo) aún permanece allí. No es fácil, porque a menudo tenemos una fuerte conexión emocional, pero solo se trata de cambiar la percepción y comprender que esos remanentes son “seres” que nos quitan energía.
Todos tenemos al menos un/a amig@ a quien siempre han querido decirle: “Escucha, no eres tú, soy yo … necesito soltar esta relación porque me está consumiendo demasiada energía”.
Y todos tenemos también recuerdos guardados en una caja en algún lugar de la casa: una foto de la primera pareja, viejas cartas de amor, notas de agradecimiento de personas que ni siquiera sabemos si están vivas.
Así que ya sabes: ¡hay que tirarlo todo! Es difícil, pero si desea ahorrar esa energía y emplearla para alcanzar tus sueños, no puedes darte el lujo de desperdiciarla en esos objetos que representan a seres de los que ya es hora de separarse.
Todos tenemos muchas “sobras”, y la pregunta es ¿para qué las necesitamos? Después de todo, no hay manera de que veamos al/la mism@ ex, que puede ser cualquier cosa menos la misma persona a la que aún añoramos.
¿Por qué l@ seguimos manteniendo junto a nosotros? La respuesta suele ser “porque queremos conservar algo de él/ella”. Pero mientras pensamos que lo que estamos conservando es solo “memoria”, algo aparentemente inocuo, en realidad estamos desperdiciando energía para mantenerlo en nuestras vidas.
Este es el momento en que muchos preguntan: “¿Qué? Entonces, ¿tengo que tirar todas las fotos de todos mis ex, no dejar ningún recuerdo?, ¿qué les mostraré a mis nietos?”
En primer lugar, solo hablamos de aquellos que ya no están conectados con nosotros. Segundo, tienes razón: es completamente humano decir: “Oye, no puedo deshacerme de todos” y decidir conservar los restos materiales de algunas de esas relaciones pasadas.
Pero es importante entender que hay un precio: cada uno de ellas que permanece en nuestro camino consume energía, y llega un momento en que preciso decidir qué es más importante: la energía o el recuerdo de algo que ya nunca más volverá
Para ser claros: no estamos hablando de seres queridos que han fallecido (lo que nos conecta seguirá existiendo por siempre), aquí se trata de personas a las que nos unió algo en el pasado, y lo que se ha perdido para siempre no es la persona, sino aquello que nos unió.
Las cosas de las que tenemos que desprendernos no son solo personas: también son objetos, ropa y todo lo que es innecesario en nuestras vidas. No cambiarlo de lugar, no: directamente deshacernos de ello.
Es aquí donde la postura de la kabbalah se parece a la de Marie Kondo, pero también donde más se diferencia: no se trata de cumplir “órdenes” de ningún “gurú” ni de tildar tareas en un programa pensado por un tercero, ni de seguir recetas uniformes e iguales para todo el mundo. Nada de fórmulas estilo “nadie necesita más de 30 libros”.
Somos nosotr@s quienes debemos hacer primero el trabajo interno para poder identificar primero qué es lo que consume nuestra energía, lo que nos deja anclad@s en un pasado o en conexiones que ya no volverán, lo que nos bloquea el paso, lo que es un lastre que nos tira hacia el fondo y no nos deja salir a la superficie.
Una vez hecho esto, recién ahí podremos aprender a organizar nuestras vidas de manera más correcta, de tal manera que dejemos de hacer promesas a los demás y cargarnos con nuevos lastres. La mejor manera de evitando directamente las promesas, y si ya se han hecho, volver sobre ellas: tal vez puedas “dejarlas pasar” o simplemente anunciar no volverá a suceder.
Una vez al mes tómate un día libre. Un día para dedicarte a organizar tus experiencias energéticas. Limpia lo que no es necesario: deudas del pasado, obligaciones, un llamado pendiente (incluso un mensaje de whatsapp), etc. Ese será el momento para verificar y eliminar lo pendiente e innecesario..
No siempre tenemos que crear en nuestro día libre, a veces es necesario organizar, arreglar y cuidar de las cosas que no nos gustan hacer porque tenemos prisa (o que no hacemos con la excusa de la falta de tiempo).
Paso 2: corregir lo que no esté en su sitio
Muchos de nosotros tenemos dificultades con al menos uno o más de los personajes cercanos a nosotros. No siempre es fácil con todos los miembros de la familia, amigos, o compañeros de trabajo (sin mencionar a los jefes). Todos son seres muy importantes en nuestro camino, por algún u otro motivo (aunque no siempre por elección), pero por otro lado no siempre es fácil para nosotros lidiar con ellos.
En esas situaciones, es donde entra a jugar la segunda etapa, pero antes de continuar hay que enfatizar que no se recomienda avanzar a esta etapa antes de que haber concluido correctamente la primer etapa. Necesitaremos de toda la energía que ahorramos al cumplir ese paso para corregir lo que no esté en su sitio.
Esta etapa tiene un principio claro y simple. Un principio que debe ser recordado, y de cuyos resultados no se debe tener miedo: identificar lo que no esté en su sitio en nuestras relaciones, y simplemente confrontarlo.
Muchos, por ejemplo, temen que las nuevas relaciones tomen un rumbo equivocado, y desearían poder decir: “Oye, no estoy contento con A y B”.
El temor es que la otra parte nos diga adiós y siga adelante sin nosotros, pero en realidad no tenemos nada que perder.
Si dicen adiós, ten cuenta que hubiera sucedido de todos modos, tarde o temprano., así que en realidad habrás ahorrado unos meses de perder tu tiempo.
Por otro lado, si dicen: “De hecho, para mí también es importante, quiero intentar solucionarlo”, la relación volverá al equilibrio y dejaremos de gastar energía innecesaria en ella.
En cualquier caso, cuando tenemos miedo de los resultados, cualquier situación es suficiente para robarnos energía.
Al principio, podría haber mucha ira, peleas, silencios embarazosos. Tal vez desaparezcan de la escena amigos, conocidos y personas que creíamos que se preocupaban por nosotros, pero al final de cuentas, serán quienes se queden los que realmente nos hagan avanzar en nuestras vidas.
Paso tres: Deja salir lo que es más difícil dejar salir: dolor, enojo, etc.
Si hicimos las dos etapas anteriores correctamente, este paso debería ser relativamente simple. Pero sin la energía que ahorramos en las primeras dos etapas, no podremos hacerlo. Ahora es el momento de ocuparnos de esos dolores, enojos, decepciones y todos esos sentimientos con los que nos cuesta tanto lidiar.
Se suele decir que tenemos que perdonar, seguir adelante, dejar ir. Todo eso es cierto, pero no siempre es fácil o posible. A veces no queremos y no podemos dejar pasar, seguir adelante, aún sabiendo que esas experiencias difíciles nos quitan mucha energía.
No siempre es fácil decir: “Bueno, de ahora en adelante, ya no estoy enojado con mi amigo X que me hizo tal cosa injusta”, “perdono a mi padre o a mi madre”, etc.
Pero puedes empezar a trabajar en que esto suceda. ¿Cómo? Todo lo que necesitas es un pequeño cuaderno para registrar todas estas molestas experiencias.
Un cuaderno al que acudiremos cada pocos días, para sentarnos y comenzar a leer qué hemos escrito en él, mirar a través de él las experiencias perturbadoras que ocurren en nuestras vidas.
De vez en cuando agregaremos nuevas situaciones, pero también descubriremos que muchas veces lo que habíamos escrito antes ya no nos afecta, o no era tan grave, o quizás incluso que los que estábamos equivocados éramos nosotr@s.
Al final, terminaremos descubriendo que muchas veces quedarnos fijados a un rencor, a un reproche, a un deseo de venganza, nos perjudica más que el hecho que provocó esos sentimientos.
Y las pocas veces que no sea así, podremos dejar esos sentimientos depositados en el cuaderno, para que no invadan y obstaculicen el resto de nuestras vidas.