Pero no te apresures a salir corriendo a la carnicería. Podemos asegurarte que no todos están de acuerdo…
Podría ser el momento de repensar todo lo que creías saber sobre los judíos y la carne de cerdo, pese a que la Torá parece ser muy clara al respecto: “Y el cerdo, porque aunque tiene pezuña dividida, formando así un casco hendido, no rumia; será inmundo para vosotros” (Levítico, 11: 7).
Pero el Dr. Robert Gnuse, profesor de estudios religiosos de la Universidad de Loyola, cree que estas reglas han sido malinterpretadas. Gnuse sostiene que las restricciones referentes a ropa y comida establecidas en el libro de Levítico en realidad estaban destinadas solo para los sacerdotes, los kohanim, del mismo modo que las Leyes de Manu (Manu Smriti) solo se aplican a los sacerdotes hindúes (brahmanes).
Muchos años después, durante el exilio babilónico de los judíos y después de la destrucción del primer Templo, los kohanim habrían alentado a todos los judíos a seguir estas leyes sacerdotales para que pudieran experimentar lo que Gnuse llama “la entusiasta auto-percepción de que todos eran sacerdotes en el nuevo Templo de Dios, el mundo”.
Alguien de la clase sacerdotal en Babilonia habría encontrado así una manera de alentar a los judíos que vivían en el exilio a que tomen sobre si estas leyes para mantenerse unidos como comunidad.
Mantener estas costumbres habría dado al pueblo judío una identidad única que los distinguía de los no judíos con los que vivían en Babilonia, explica Gnuse.
Esta es también la opinión que la famosa antropóloga Mary Douglas tuvo en trabajos anteriores.
Obviamente, esto no solo es objeto de polémica, sino que podemos decir casi con seguridad que es rechazado por el 99,9999% de las autoridades religiosas judías de todas las corrientes.
Para saber más:
Robert Gnuse, Misunderstood Stories: Theological Commentary on Genesis 1–11, 2014, Cascade Books
Mary Douglas, El Levítico como literatura, 2006, Gedisa