No, la manzana no es la fruta del pecado. Pero tiene lo suyo, y una larga historia detrás…
Pocos vegetales tienen un lugar tan prominente en la tradición judía como las manzanas, pero lo curioso es que la asociación más conocida por todo el mundo es incorrecta: el fruto del Árbol del Conocimiento que Adán y Eva comieron en el Edén podía tratarse de una manzana o de cualquier otra fruta. La Biblia nunca identifica con precisión al “fruto prohibido”. Las manzanas sí son protagonistas de una de las costumbres más populares de Rosh Hashaná (entre los ashkenazíes, al menos): comer rodajas de manzana bañadas en miel, a veces después de decir una oración especial.
Esta costumbre no se encuentra ni en la Biblia ni el Talmud, aunque podría deberse a que los judíos de la antigüedad creían que las manzanas tenían propiedades curativas, y la miel representa el deseo de que el nuevo año sea dulce. Pero no solo por ello. La cosecha de las manzanas está asociada con el otoño, que también es la temporada en la que se celebra Rosh Hashaná.
Pero también es posible que se haya elegido las manzanas porque en la antigüedad se convirtieron en un símbolo del pueblo judío en su relación con Dios.
En el Cantar de los Cantares dice:
“Como el manzano es raro y único entre los árboles del bosque, así es mi amadx [Israel] entre las doncellas [naciones] del mundo“.
En la época medieval, las manzanas se consideraban tan especiales que se usaban un utensilio afilado o las uñas para inscribir esperanzas y oraciones personales en la piel de las manzanas antes de comerlas.
Y el Zohar, un texto místico judío del siglo XIII, afirma que la belleza, representada por Dios, “se difunde en el mundo como una manzana“.
La manzana como símbolo
La manzana ha sido considerada durante mucho tiempo como un símbolo del deseo. Los romanos asociaron esta fruta con Venus, la diosa del amor.
En el corazón de la sección transversal de una manzana hay cinco semillas en forma de pentagrama, que corresponde simbólicamente al ser humano con sus cinco dedos, cinco sentidos y cinco extremidades (brazos, piernas y cabeza).
La tradición judía consideraba la manzana de la misma manera positiva. Tiene una forma perfecta, un sabor dulce y fragante. Es un símbolo de belleza, dulzura y esperanza de prosperidad. Y la robustez de la fruta, su durabilidad, representa fuerza y crecimiento.
La tradición judía también atribuye cualidades curativas a la manzana. Y en el Final de los Días, a la manzana, le será restaurada -junto con todos los demás árboles- la fuerza completa de la que disfrutó en el Jardín del Edén.
Abraham Ibn Ezra le da a las dos primeras palabras del Cantar de los Cantares 2:5 el sentido de “Revitalízame con manzanas”.
Rashi comenta sobre este verso que nuestros Sabios aconsejaron llevar manzanas a los enfermos para curarlos.
Hoy en día, la manzana todavía simboliza la buena salud, como se refleja en el dicho popular: “una manzana al día mantiene alejado al médico”.
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