Junto con Rosh Hashaná, dio también comienzo un año de shmitá, de descanso para la Tierra y de sanación para nuestras relaciones sociales
La shmitá (o shemitá), el año sabático de la tierra que tiene lugar cada siete años, comenzó oficialmente en Rosh Hashaná, el 6 de septiembre, al comienzo del período de las Altas Fiestas.
Shmitá significa en hebreo “detener”, “abortar”, “liberar”, “renunciar”. Es el nombre que recibe el séptimo año del ciclo agrícola de siete años estipulado en la Torá, cuando la mayoría de las tierras agrícolas se dejaban en barbecho.
Se lo suele traducir como “año sabático” porque, de la misma manera que el séptimo día es el Shabat, el día de descanso, cada seis años viene también uno de descanso.
Durante ese año se deja de trabajar la tierra y se la deja descansar para que se reponga y se renueve. Toda actividad agrícola, incluido el arado, la siembra, la poda y la cosecha, ya sea en una granja o en un jardín privado, está prohibida, de acuerdo con la ley judía.
La necesidad de dejar descansar la tierra es realmente una ley de la naturaleza, conocida por muchas otras culturas. Pero el principio de la shmitá inscribe en la esencia del pueblo judío, la Torá, el principio y la esencia misma de la sustentabilidad.
En Israel, la shemitá es observada tanto por religiosos y por laicos, por quienes son trabajadores de la tierra o jardineros y por quienes no lo son (con respecto a la comida que compran este año, por ejemplo).
Para aquellos que son estrictos con la observancia de la ley judía, el año de shmitá implica una serie completa de reglas y restricciones que giran en torno a qué frutas y verduras se pueden comer, dónde y cómo se pueden cultivar, así como de qué modo disponer de los desechos una vez que termina una comida.
Por otro lado, el año sabático de la tierra es un proceso que no comienza en el séptimo año sino en los seis anteriores, por ejemplo con métodos para preparar la tierra de manera de obtener cosechas que se puedan recolectar y consumir durante el año sabático.
De ese modo, se logra proteger las semillas y la tierra, con el fin de alcanzar el concepto de “shefa”, o “abundancia”, cada siete años.
El compostaje es otra forma de honrar el concepto de shmitá, ya que ofrece una forma de desechar adecuadamente los productos durante el año sabático, creando al mismo tiempo un fertilizante natural que se puede usar al año siguiente, cuando termine la shemitá. No por nada dice la Guemará (una parte del talmud) que “la basura es una bendición para el mundo”,
La permacultura, la filosofía de trabajar con la naturaleza en lugar de contra ella, es otra manera de cambiar la relación con la naturaleza, de fuerte conexión con las prácticas agrícolas judías tradicionales.
Dejando en paz a la Naturaleza
Básicamente, el año sabático de la tierra es una manera de dejar descansar la tierra, sin interferir en sus procesos.
Como es frecuente en la Halajá (la ley judía), la codificación estricta alterna con “lagunas” que permiten adaptarla a diferentes épocas y situaciones.
Las leyes de la shemitá no son la excepción, y permiten por ejemplo experimentar con diferentes formas alternativas de cultivo, como el hidropónico -en que las planta no crecen en la tierra, sino en el agua-, o verduras y flores que se pueden cultivar en macetas y contenedores.
Otra alternativa es centrarse en el cultivo de plantas estables como el cactus y suculentas. o en verduras de hoja verde que crecen rápidamente en unas pocas semanas, como la rúcula, el bok choy y el perejil-
Esas plantas se siembran antes de la shmitá, y se dejan los brotes dónde están, dejando que la naturaleza haga lo que sabe hacer.
Una shemitá social
El concepto de shmitá no solo se aplica a la tierra cultivable sino también al medio humano-social, pues también necesitamos regenerar y re-equilibrar nuestras relaciones socio económicas para fomentar una mayor equidad, reducir las diferencias de riqueza y crear nuevas oportunidades económicas para todas las personas y familias de la sociedad.
El año sabático es, por ejemplo, un momento para que las personas se dediquen a la sociedad y la comunidad.
La ONG israelí Shmitta, por ejemplo, es un conjunto de 100 organizaciones sin fines de lucro, educadores y grupos que trabajan en conjunto para lograr una especie de año sabático social, con la esperanza de hacer una diferencia en la comunidad.
Uno de sus objetivos es animar a la gente a tomarse un tiempo durante este séptimo año para dedicarse a proyectos e ideas solidarias y comunitarias: un momento para correr menos, detenerse y ocuparse de las cosas que son importantes y frente a las que habitualmente pasamos de largo.
La ONG instala una tienda de campaña una semana al mes en un lugar diferente del país, en donde recoge frutas y verduras para luego entregarlas en una especie de sistema de trueque.
Otro proyecto es la creación de “bancos” locales en que se que comparten -sin necesidad de recibir nada a cambio- las habilidades profesionales o personales de los voluntarios que participan.
El último año y medio de la pandemia de coronavirus cambió algunas de las ideas de la ONG sobre la shmitá social, ya que las cuarentenas forzaron a las personas a pensar de manera diferente sobre sus vidas y sobre la “normalidad” en la que pensábamos que vivíamos.
Esta situación tiene algunos paralelos con la shemitá, pues es una especie de “crisis programada”, un momento que “sale de la normalidad habitual” y en el que se debe averiguar qué hacer cuando hay menos para todos.