Una sola afirmación de Biálik, “el sabado es la creacion mas genial del espíritu judío”, obliga a preguntarse en qué consiste esa genialidad…
Veamos las cosas por su orden:
La observancia del sábado fue dispuesta en tiempos remotos por Moisés, en base a dos exhortaciones igualmente significativas:
“Äcuérdate del dia sábado para santificarlo”, establece el Éxodo (20,8) y “Seis días trabajarás, y al séptimo, no harás ninguna obra”, preceptúa el mismo libro del Pentateuco
(23:12).
De ello se infiere que el sábado no es tan solo, según la tradición bíblica, un día de descanso; antes que esto es el símbolo de la santificación de la vida, que constituye uno de los ideales más altos del judaísmo.
Lo uno y lo otro son dignos de alerta meditación. Y dan pie para que se reflexione al respecto cada vez que se celebra el KABALAT SHABAT, es decir, el advenimiento
del día sábado.
La palabra SHABAT significa descanso, reposo; pero no en el sentido de quietud o de abandono de sí mismo. Lo pone de relieve ya la primera referencia que trae sobre el
“dia septimo” el primer libro de Moisés:
“Y acabó el Señor en el séptimo dia la obra que hizo; y descansó en el día séptimo de toda la obra que había hecho. Y bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él descansó Dios de toda la obra que había creado y hecho” (Génesis 2:2- 3).
La exhortación al descanso semanal es categórica en Éxodo (34:21):
“Seis días trabajarás, mas en el séptimo cesarás: cesarás aun en la arada y en la siega”.
Y se convierte en mandamiento rotundo en el Deuteronomio (5:12-14):
“Guardarás el día del reposo para santificarlo, como Jehová tu Dios te ha mandado. Seis días trabajarás y harás toda tu obra: más el séptimo es reposo a Jehová tu Dios: ninguna obra harás tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni tu peregrino que está dentro de tus puertas: porque descanse tu siervo y tu sierva como tú”.
Con ello queda establecida la universalidad del descanso sabático; el pueblo judío fue el primero en practicarlo y, andando los años, llegó a identificarse tanto con él, que un gran pensador judío -Ajad Haam- afirmó que ha sido el sábado quien mantuvo la integridad de Israel y no Israel quien conservó el shabat.
Lo cierto es que, a lo largo de los siglos, mantuvo el pueblo judio su fidelidad a la tradición sabática, que se ha revitalizado en el Israel de nuestros días, donde su observancia constituye una de las características más notables de la nueva vida israelí (aunque no sin conflictos).
Para comprender bien el arraigo del espíritu sabático en la historia judía, cabe destacar que todas las grandes figuras del judaísmo, desde los profetas hasta los adalidesdel espíritu judío moderno, no dejaron nunca de expresar su devoción por el shabat.
Vale la pena recordar especialmente que el profeta Isaías dedicó un capítulo especial a la exaltación del shabat -el capítulo 56–, subrayando que “será bienaventurado el hijo del hombre que guarda el shabat”, y prometiendo “A todos los que guardaren el shabat de profanarlo” que habrá de llevarlos “al monte de la santidad y venerarlos en su casa de oración”.
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